sábado, marzo 24, 2012

Testimonio desde el dolor

Salgo de las excelentes charlas del Kofi Jaus en Alcalá de Henares, donde varios hermanos británicos nos explican cómo el Señor ha usado una cafetería cristiana para ayudar a la comunidad y compartir las buenas noticias.

Pero no puedo seguir, el padre de un amigo ha fallecido. Mi amigo es miembro de la iglesia local a la que pertenezco. Marcho para el Tanatorio, despidiéndome de hermanos que me alegro de volver a ver.

No quiero ni imaginar lo que debe ser despedirte de tu padre, por muy mayor que sea siempre es duro. Pero mi amigo es valiente, y tiene el evangelio bien metido en el corazón. A pesar del dolor desea compartir unas palabras con su familia, palabras de auténtico consuelo, que hacen reflexionar sobre la vida, sobre Dios, y sobre lo que Dios ha hecho por traernos vida eterna y perdón por medio de Jesucristo su Hijo.

Es una situación tensa. La familia es nominalmente católico romana. Uno nunca sabe cual será la reacción, ¿burla, indiferencia, ira?. Un hermano y yo nos quedamos hasta el final, para apoyarle.

Y mi amigo habla. Con autoridad, con convicción. Seguro de lo que sabe. Porque, todos, absolutamente todos saben la vida que él tenía antes, cómo había tocado fondo, y como el Señor lo sacó de la desesperación. Me ha encantado lo que ha compartido, ha sido emocionante, muy sincero, y muy claro.

La gente se marcha, cada uno a sus quehaceres, ¿habrán entendido, habrá quedado algún poso de aquellas palabras?. Oro que así sea, mientras vuelvo en Metro a casa, cansado de un día muy largo, pero muy interesante.

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