La escena la he vivido varias veces. Siempre en silencio, escuchando, y mordiéndome la lengua para no dar un espectáculo.
Es un tanatorio, un cementerio, momento de duelo. El protagonista ha perdido a alguien querido, siempre cercano. Uno nunca termina de acostumbrarse a algo que no es natural: la muerte. No, la muerte no es parte de la vida, no debería serlo, ni es el plan original de Dios. Nos repugna y todos tenemos la sensación de que algo no encaja aquí.
Estoy con la persona que ha perdido a un ser querido y se acerca alguien para darle las "condolencias" ¡por llamarlo de alguna manera!. En este mundo individualista y centrado en uno mismo consolar es algo desconocido, implica olvidarte de tí mismo y tus circunstancias y ocuparte de otra persona DISTINTA A TÍ. Pero da igual, en esta sociedad sólo una persona es importante: yo. Y nadie más. Es por eso que uno llega a oir esas abominaciones de palabras que ni siquiera buscan ser reconfortantes.
-Sé como te sientes, hace tiempo perdí a mi tía segunda, estaba mayor, y es duro, eso hay que pasarlo.
(¡No me digas que es duro perder a tu tía segunda!, no lo dudo, pero es que esta persona ha perdido a su hijo pequeño, ¡no compares!).
-Peor fue lo que me ocurrió a mí, me detectaron un cáncer, ¡a ver cómo te tomas eso!, lo pasé fatal, que te diga mi mujer, al final fue un error de las pruebas. Pero son momentos malos y hay que tragárselos.
(Por supuesto amigo, ¿no se te habrá olvidado que viniste a dar las condolencias a esa mujer por perder a su marido?, ah no, ¡que tú venías buscando que te dieran a tí una palmadita en la espalda!, ya, ya, si te veíamos venir. Por cierto, ¿dónde está el drama de tu historia, en que te dieron un susto que se quedó en nada?, ¡vaya!, pues a esta mujer se le ha muerto el marido, eso sí que es un susto).
Ya lo dice Proverbios, es mejor callarse y no pasar por tonto, que abrir la boca y despejar toda duda (paráfrasis libre). Un consejo: CONSOLAR NO ES DECIRLE AL OTRO QUE TU PENA ES MÁS GRANDE QUE LA SUYA. El escéptico Groucho Marx decía: "Años atrás, trataba de superar a todo el mundo, pero ya no , me percaté que estaba matando la conversación. Cuando siempre tratas de sobresalir, no estás escuchando, estás arruinando la comunicación.".
No obstante el peor de los consuelos lo da el FARISEO RELIGIOSO, ese que piensa que se las sabe todas y que es una autoridad en la materia. Para un fariseo religioso su concepto de curar una herida consiste en echarle alcohol puro a la llaga. La compasión, la empatía, la idea de sufrir y mostrarse vulnerable son sensiblerías, los valores que el ostenta son la superioridad, la insensibilidad al sufrimiento y dar consejos que no le piden.
-Venga, venga, no llores, ¡sonríe, que Dios te ama!.
(Porque me enseñaron a no ser vengativo, de no ser así me sentaría a esperar a que te pillaras la mano con la puerta del coche para darte el mismo consejo, y luego añadir: ¿a que ya no te parece tan buen consejo?).
-Recomponte, un hijo de Dios no puede entristecerse como los que no creen.
(Cierto, también dice la Biblia que un hijo de Dios debe sufrir con los que sufren).
-Oye, no te vengas abajo, espero que no termines culpando al Señor de lo que te pasa.
(Gracias por tu clase de Escuela Dominical, por cierto, ¿alguien te enseño el significado de la palabra "sentido de la oportunidad").
El único sitio que existe para los fariseos en un funeral es el ataúd Así podrían meditar y sacar provechosas conclusiones.
Si estás en una situación así y no sabes que decir, ¡no digas nada!, abraza, llora, o siéntate a su lado. Eso es mejor que cualquier palabra vacía.
Diario personal de Julio Martínez, autor de la página estudios-biblicos.org, así como del podcast Jesús en internet.
jueves, febrero 28, 2013
lunes, febrero 25, 2013
La insoportable presión para casarse
Me casé cuando tenía 27 años. Sinceramente, pensé que me iba a quedar "para vestir santos" (esta es una expresión que se usa en España para las solteronas, que terminan en las iglesias católicas vistiendo a las figuras religiosas).
Chantajear a Dios en oración, una práctica nada cristiana. Recuerdo cómo mi oración fue cambiando al paso del tiempo. Al principio oraba al Señor: "¡Señor, dame una novia!, me da igual que sea creyente o no". Era la oración de la desesperación.
Más adelante, y sin respuesta de parte del Señor oraba: "Señor, dame novia, si puede ser que sea creyente". Esta oración era un paso más espiritual, aunque sólo en apariencia. En realidad no estaba engañando a Dios, me estaba engañando a mí mismo.
Pero la respuesta no llegaba. "Señor- oraba entonces- si me das novia, te pido que sea cristiana, no quiero otra chica para mí". ¡Esta era la oración genuina, ahora sí que me escucharía el Señor!. Mi deseo había cambiado y sabía lo que el Señor pedía de mí.
Por aquel entonces, uno de mis hermanos dijo mientras todos comíamos: "creo que Julio nunca se va a casar, porque sólo se casaría con una chica como la madre Teresa de Calcuta, pero no se casaría con ella por que ¡es católica!!. La verdad, reconozco que el chiste tenía gracia.
La esperanza que se demora. Los años pasaban y la respuesta no llegaba. Pasaba de los veinticinco años y había perdido la esperanza de encontrar novia, quizás os parezca exagerado, pero así era como me sentía. Derrotado y sin esperanzas oré al Señor: "Señor, si no quieres darme novia, está bien, acepto tu voluntad, no me des novia, pero al menos dame paz".
¡Y el Señor me dió paz!. Dejé de angustiarme por el asunto de la compañera de mi vida. Y estuve sirviendo al Señor en lo que podía. Finalmente el Señor tuvo compasión de este miope torpe y despistado más allá de lo razonable y le dió una compañera cristiana, ¡y más hermosa que la madre Teresa de Calcuta!.
Comprendo la presión que muchos solteros experimentan con el tema de la pareja. Por un lado estamos viviendo una crisis espiritual sin precedentes, en concreto los varones. Veo muchas hermanas jóvenes que son buenas creyentes, y menos varones en las reuniones, y muchos de ellos ¡muy despistados!.
Lo primero que quiero que sepas es que el Señor te ha llamado a vivir en paz. No permitas que NADIE te angustie. Si algún hermano bienintencionado pero equivocado se acerca a tí con comentarios como: "¿todavía estás soltera?, voy a orar para que el Señor te de un buen marido". ¡Mejor ora para que el Señor no te mande esa especie de amigos de Job que más que consolar traen aflicción!.
Pornografía femenina. Vivimos en una cultura obsesionada con lo sexual. Es cierto que la pornografía atrae mucho más a los hombres, pero hay otro tipo de pornografía, es la pornografía femenina, si bien no es tan grosera y sórdida como la pornografía masculina, es mucho más sutil: se trata de las películas románticas. Por cierto, muchas de estas películas románticas no son más que historias de adulterio (porno- grafía, literatura de adulterio) son historias de "amor" que encubren una amor adúltero, o fornicario.
Más allá de eso me preocupa cómo esas historias románticas pueden quitar la paz de una jovencita cristiana, obsesionándola con encontrar marido. ¡Como si no hubiera cosas importantes en las que pensar!. Estas historias te pueden proporcionar entretenimiento y emociones temporales, pero quizás no te ayuden a vivir con tranquilidad, centrada en cuidar de tu fe y de los asuntos del Reino.
En una ocasión mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de hablar en un grupo de jóvenes. Aunque yo era el predicador invitado, creo que la única que dijo algo realmente útil fue ella. Una chica comentó lo angustiada que estaba con el asunto del matrimonio.
La respuesta de mi esposa fue más o menos como sigue: mira, ahora eres jóven y tienes un tiempo muy valioso, puedes leer más libros que nunca, dispones de más tiempo para servir al Señor que nunca tendrás, ¡aprovecha ese tiempo precioso haciendo algo útil!. En este tiempo de tu vida estás formando el carácter del tipo de persona que llegarás a ser, ¿qué estás haciendo para vestirte de esas cualidades personales?. Hay cosas más importantes que pensar y qué hacer en la vida. Preocuparte y afanarte por esas cosas es una buena manera de perder el tiempo.
Chantajear a Dios en oración, una práctica nada cristiana. Recuerdo cómo mi oración fue cambiando al paso del tiempo. Al principio oraba al Señor: "¡Señor, dame una novia!, me da igual que sea creyente o no". Era la oración de la desesperación.
Más adelante, y sin respuesta de parte del Señor oraba: "Señor, dame novia, si puede ser que sea creyente". Esta oración era un paso más espiritual, aunque sólo en apariencia. En realidad no estaba engañando a Dios, me estaba engañando a mí mismo.
Pero la respuesta no llegaba. "Señor- oraba entonces- si me das novia, te pido que sea cristiana, no quiero otra chica para mí". ¡Esta era la oración genuina, ahora sí que me escucharía el Señor!. Mi deseo había cambiado y sabía lo que el Señor pedía de mí.
Por aquel entonces, uno de mis hermanos dijo mientras todos comíamos: "creo que Julio nunca se va a casar, porque sólo se casaría con una chica como la madre Teresa de Calcuta, pero no se casaría con ella por que ¡es católica!!. La verdad, reconozco que el chiste tenía gracia.
La esperanza que se demora. Los años pasaban y la respuesta no llegaba. Pasaba de los veinticinco años y había perdido la esperanza de encontrar novia, quizás os parezca exagerado, pero así era como me sentía. Derrotado y sin esperanzas oré al Señor: "Señor, si no quieres darme novia, está bien, acepto tu voluntad, no me des novia, pero al menos dame paz".
¡Y el Señor me dió paz!. Dejé de angustiarme por el asunto de la compañera de mi vida. Y estuve sirviendo al Señor en lo que podía. Finalmente el Señor tuvo compasión de este miope torpe y despistado más allá de lo razonable y le dió una compañera cristiana, ¡y más hermosa que la madre Teresa de Calcuta!.
Comprendo la presión que muchos solteros experimentan con el tema de la pareja. Por un lado estamos viviendo una crisis espiritual sin precedentes, en concreto los varones. Veo muchas hermanas jóvenes que son buenas creyentes, y menos varones en las reuniones, y muchos de ellos ¡muy despistados!.
Lo primero que quiero que sepas es que el Señor te ha llamado a vivir en paz. No permitas que NADIE te angustie. Si algún hermano bienintencionado pero equivocado se acerca a tí con comentarios como: "¿todavía estás soltera?, voy a orar para que el Señor te de un buen marido". ¡Mejor ora para que el Señor no te mande esa especie de amigos de Job que más que consolar traen aflicción!.
Pornografía femenina. Vivimos en una cultura obsesionada con lo sexual. Es cierto que la pornografía atrae mucho más a los hombres, pero hay otro tipo de pornografía, es la pornografía femenina, si bien no es tan grosera y sórdida como la pornografía masculina, es mucho más sutil: se trata de las películas románticas. Por cierto, muchas de estas películas románticas no son más que historias de adulterio (porno- grafía, literatura de adulterio) son historias de "amor" que encubren una amor adúltero, o fornicario.
Más allá de eso me preocupa cómo esas historias románticas pueden quitar la paz de una jovencita cristiana, obsesionándola con encontrar marido. ¡Como si no hubiera cosas importantes en las que pensar!. Estas historias te pueden proporcionar entretenimiento y emociones temporales, pero quizás no te ayuden a vivir con tranquilidad, centrada en cuidar de tu fe y de los asuntos del Reino.
En una ocasión mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de hablar en un grupo de jóvenes. Aunque yo era el predicador invitado, creo que la única que dijo algo realmente útil fue ella. Una chica comentó lo angustiada que estaba con el asunto del matrimonio.
La respuesta de mi esposa fue más o menos como sigue: mira, ahora eres jóven y tienes un tiempo muy valioso, puedes leer más libros que nunca, dispones de más tiempo para servir al Señor que nunca tendrás, ¡aprovecha ese tiempo precioso haciendo algo útil!. En este tiempo de tu vida estás formando el carácter del tipo de persona que llegarás a ser, ¿qué estás haciendo para vestirte de esas cualidades personales?. Hay cosas más importantes que pensar y qué hacer en la vida. Preocuparte y afanarte por esas cosas es una buena manera de perder el tiempo.
domingo, febrero 24, 2013
Mt 18.1-9 Los valores del Reino
El Señor Jesús no respondió a nuestras curiosidades sobre el Reino, pero sí que nos dió instrucciones muy precisas de cómo vivir y cuales son los valores que regirán la nueva sociedad.
jueves, febrero 21, 2013
Evangélicos que creen en la magia
A veces cuando uno sostiene una discusión con no creyentes tiene que oír cómo nos meten a todos en el mismo saco y acusar a los cristianos evangélicos de excesos en los que, al menos yo, nunca he tomado parte. Por ejemplo: quemar libros de Harry Potter.
Sé de algunas iglesias que organizaron piras de libros. Quizás pensaban que estaban emulando a la iglesia de Éfeso, quienes quemaron libros de Magia en el más estricto sentido de la palabra. Pero quienes quemaron libros de Harry Potter en realidad quemaron novelas.
Con todo, veo con preocupación que aquellos que son inflexibles con cosas como novelas infantiles, quemar crucifijos, discutir sobre si la Santa cena debe administrarse en una copa o en varias, luego tragan el camello de la religiosidad.
Uno de estos "camellos" que nos tragamos es lo que Paul Washer llama la "regeneración decisional", es decir, confiar en la salvación de una persona que ha recitado una oración. Esto no es cristianismo bíblico, es catolicismo romano, o Islam. Hacer un rezo repetir una frase hecha no salva a nadie. Esto lo sabemos los cristianos evangélicos, ¿verdad?. Pues no. No lo sabemos. Por que cuando llegamos al plano de las conversaciones cotidianas escuchamos frases como:
-Mi hija Menganita hace quince años que no viene a las reuniones, es cierto que ha dejado el evangelio y ahora vive con un no creyente, pero cuando ella tenía ocho años hizo la oración del pecador y yo sé que es salva.
¡Esto es confiar no en la obra de salvación, sino en un REZO!. Y amigos, rezar no salva a nadie.
Cuando la Biblia repite cosas como: perseverar hasta el fin, creced en la Gracia, está haciendo alusión a una salvación que no es cosa del pasado, sino que se manifiesta en nuestra vida diaria. Confiar en algo que hiciste es confiar en las obras. Confiar en los rezos o en repetir frases es confiar en la magia. Descansar en la fe personal en Cristo Jesús y su Obra de salvación es tener vida. ¡Cuidado con reducir el evangelio a algo que no es!.
Sé de algunas iglesias que organizaron piras de libros. Quizás pensaban que estaban emulando a la iglesia de Éfeso, quienes quemaron libros de Magia en el más estricto sentido de la palabra. Pero quienes quemaron libros de Harry Potter en realidad quemaron novelas.
Con todo, veo con preocupación que aquellos que son inflexibles con cosas como novelas infantiles, quemar crucifijos, discutir sobre si la Santa cena debe administrarse en una copa o en varias, luego tragan el camello de la religiosidad.
Uno de estos "camellos" que nos tragamos es lo que Paul Washer llama la "regeneración decisional", es decir, confiar en la salvación de una persona que ha recitado una oración. Esto no es cristianismo bíblico, es catolicismo romano, o Islam. Hacer un rezo repetir una frase hecha no salva a nadie. Esto lo sabemos los cristianos evangélicos, ¿verdad?. Pues no. No lo sabemos. Por que cuando llegamos al plano de las conversaciones cotidianas escuchamos frases como:
-Mi hija Menganita hace quince años que no viene a las reuniones, es cierto que ha dejado el evangelio y ahora vive con un no creyente, pero cuando ella tenía ocho años hizo la oración del pecador y yo sé que es salva.
¡Esto es confiar no en la obra de salvación, sino en un REZO!. Y amigos, rezar no salva a nadie.
Cuando la Biblia repite cosas como: perseverar hasta el fin, creced en la Gracia, está haciendo alusión a una salvación que no es cosa del pasado, sino que se manifiesta en nuestra vida diaria. Confiar en algo que hiciste es confiar en las obras. Confiar en los rezos o en repetir frases es confiar en la magia. Descansar en la fe personal en Cristo Jesús y su Obra de salvación es tener vida. ¡Cuidado con reducir el evangelio a algo que no es!.
lunes, febrero 11, 2013
Los Miserables
Hace cosa de algo más de un año mi esposa y yo fuimos a ver el musical basado en la obra "Los miserables". Quiero decir que fue uno de los musicales que más me gustó, pero cuando surgió la oportunidad de verlo en su versión cinematográfica... mi entusiasmo no era excesivo. Aún así fui (esas cosas del amor).
Y me encantó. Es impresionante, apoteósico, musicalmente brillante y.... con un mensaje cristiano que no se veía tan claro en el musical de Gran Vía. Estábamos tan sobrecogidos que tuvimos que esperar un tiempo para salir de la sala.
Es un pena que en la traducción se hayan perdido importantes conceptos que son fundamentales para apreciar la profundidad espiritual de la obra.
"Grace" (en or. en inglés) es traducido por "Caridad".
"Bring me home" (llévame a casa) es traducido por "¡Sálvame!" (¡por favor! ¿cómo se les ocurre?).
En la película usan los subtítulos del musical que se representa en nuestro país, lo cual es un disparate, ya que ¡no coincide la traducción! aunque mantiene la musicalidad y rima, se pierde el contenido.
"Los miserables" es una historia de redención en el más hondo sentido de la palabra. El protagonista, un reo que ha sufrido veinte años de cárcel por robar pan para su sobrino (y por intentar fugarse). Libre y lleno de amargura es rechazado por todos cuantos se encuentra a su paso, su carta dice que es un ex convicto, por lo que no hay amor en el mundo para él. Hasta que un buen sacerdote lo acoge en su casa, le da de cenar. Pero él roba la plata de la casa y huye. La autoridad lo detiene y lo lleva a la casa del sacerdote, quien toma el candelabro de más valor:
-Amigo mío, te fuiste demasiado pronto y te olvidaste lo mejor, toma, y úsalo para ser un hombre de bien.
Jean queda libre y consternado por el amor del hombre de Dios.
Asi comienza una historia que parece sacada de las páginas de la Biblia. Frente a Jean está el implacable inspector Javert, es un hombre que no entiende la Gracia, sólo la Ley, para él no hay perdón, un hombre no puede cambiar. Al final de la historia (spoiler) decide que en el mundo sólo hay sitio para un hombre, Jean, o él, y se suicida. Gracia y Ley no pueden coexistir, al final la Gracia arroja la Ley.
Sólo un cristiano que conozca las preciosas doctrinas de la Gracia podrá comprender la belleza de esta historia, Jean Valjean muere en paz, abrazando a su hija adoptiva Cosette y a su prometido Marius, a los que considera hijos. al otro lado le espera Fantine, la madre de Cosette, y el sacerdote que lo rescato. Está cansado y ora "llévame a casa, Dios".
Por desgracia muchos hombres viven como Javert, cerrados al Dios de justicia y Gracia, engañados por su autojustifica y fariseísmo que le hace mirar a los otros hombres por encima del hombro. Para asombro de Javer, como para el de los fariseos, las prostitutas y publicanos entran antes al Reino de Dios, ya que muchos de ellos comprendieron mejor qué es el perdón, la incapacidad de alcanzar la justicia de Dios, y lo que es renunciar al orgullo del religioso. No hay justicia ni méritos fuera de la Cristo crucificado y resucitado, no hay salvación sin reconocimiento de nuestro fracaso.
Y me encantó. Es impresionante, apoteósico, musicalmente brillante y.... con un mensaje cristiano que no se veía tan claro en el musical de Gran Vía. Estábamos tan sobrecogidos que tuvimos que esperar un tiempo para salir de la sala.
Es un pena que en la traducción se hayan perdido importantes conceptos que son fundamentales para apreciar la profundidad espiritual de la obra.
"Grace" (en or. en inglés) es traducido por "Caridad".
"Bring me home" (llévame a casa) es traducido por "¡Sálvame!" (¡por favor! ¿cómo se les ocurre?).
En la película usan los subtítulos del musical que se representa en nuestro país, lo cual es un disparate, ya que ¡no coincide la traducción! aunque mantiene la musicalidad y rima, se pierde el contenido.
"Los miserables" es una historia de redención en el más hondo sentido de la palabra. El protagonista, un reo que ha sufrido veinte años de cárcel por robar pan para su sobrino (y por intentar fugarse). Libre y lleno de amargura es rechazado por todos cuantos se encuentra a su paso, su carta dice que es un ex convicto, por lo que no hay amor en el mundo para él. Hasta que un buen sacerdote lo acoge en su casa, le da de cenar. Pero él roba la plata de la casa y huye. La autoridad lo detiene y lo lleva a la casa del sacerdote, quien toma el candelabro de más valor:
-Amigo mío, te fuiste demasiado pronto y te olvidaste lo mejor, toma, y úsalo para ser un hombre de bien.
Jean queda libre y consternado por el amor del hombre de Dios.
Asi comienza una historia que parece sacada de las páginas de la Biblia. Frente a Jean está el implacable inspector Javert, es un hombre que no entiende la Gracia, sólo la Ley, para él no hay perdón, un hombre no puede cambiar. Al final de la historia (spoiler) decide que en el mundo sólo hay sitio para un hombre, Jean, o él, y se suicida. Gracia y Ley no pueden coexistir, al final la Gracia arroja la Ley.
Sólo un cristiano que conozca las preciosas doctrinas de la Gracia podrá comprender la belleza de esta historia, Jean Valjean muere en paz, abrazando a su hija adoptiva Cosette y a su prometido Marius, a los que considera hijos. al otro lado le espera Fantine, la madre de Cosette, y el sacerdote que lo rescato. Está cansado y ora "llévame a casa, Dios".
Por desgracia muchos hombres viven como Javert, cerrados al Dios de justicia y Gracia, engañados por su autojustifica y fariseísmo que le hace mirar a los otros hombres por encima del hombro. Para asombro de Javer, como para el de los fariseos, las prostitutas y publicanos entran antes al Reino de Dios, ya que muchos de ellos comprendieron mejor qué es el perdón, la incapacidad de alcanzar la justicia de Dios, y lo que es renunciar al orgullo del religioso. No hay justicia ni méritos fuera de la Cristo crucificado y resucitado, no hay salvación sin reconocimiento de nuestro fracaso.
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