lunes, noviembre 13, 2023

Indignidad

 



“Oh Señor, Dios de Israel, tú eres justo. Nos acercamos a ti con nuestra culpa, sin ser más que un remanente que ha escapado, aunque en semejante condición ninguno de nosotros puede estar en tu presencia”.

Esdras 9:15 NTV


El remanente de los cautivos habían vuelto a la tierra de Israel y habían vuelto a cometer los mismos pecados por los que fueron expulsados y deportados por Dios. El matrimonio mixto había quedado expresamente prohibido por Dios, las consecuencias las había vivido en el pasado, el abandono de la fe, y la adopción de ritos y prácticas paganas abominables, que incluían la prostitución, el sacrificio infantil y un estilo de vida religioso disociado de la moral. Y ahora, el pueblo de Dios volvía a repetir viejos pecados, para desolación del escriba Esdras.

2. El pecado, la desobediencia a la Ley de Dios es mucho más que algo que trae consecuencias, es un atentado contra Aquel que es dueño del universo. Esta es su casa, estas son sus normas, y desobedecer es ofenderle a Él. “Tú eres justo” es la primera parte de la oración que consideramos, toda oración de arrepentimiento debe partir de ese hecho: que Dios es justo, y que nosotros no lo somos. 

3. El reconocimiento de la culpa es la siguiente parte de esta oración: “nos acercamos a ti con nuestra culpa”. Normalmente nos excusamos de nuestro pecado, encontramos razones para minimizar nuestra culpa, pero eso no es una confesión, es una justificación del pecado. Nuestro arrepentimiento, como enseña Benjamín Gómez “debe tener nombres y apellidos” debe ser escrupulosamente claro y preciso a la hora de señalar a Dios cuáles son nuestros pecados. 

4. La oración de arrepentimiento señala que Dios ha sido fiel con nosotros, y no hemos respondido a su bondad. Ellos eran un remanente que habían sobrevivido a los reyes extranjeros que no sólo arrasaron el país, sino bajo los que sirvieron en cautiverio. Ahora han pecado contra el mismo Dios que los rescató de la esclavitud y los devolvió a su tierra. El pecado es un desprecio de Dios, es ignorar su bondad y paciencia con nosotros. 

5. El arrepentimiento reconoce nuestra indignidad “ninguno de nosotros puede estar en tu presencia”. No merecemos, ni podemos exigir nada de Dios, y si lo hacemos es porque ignoramos nuestro pecado e ignoramos la dignidad del Dios Santo. Ver las cosas como Dios las ve implica entender de forma muy clara que estamos excluídos de Dios, que no merecemos nada de Dios, y que aun reconociendo nuestro pecado, Dios puede perdonarnos o no. 

6. En estos últimos tiempos Dios nos ha dado un Salvador, el Hijo de paz, Aquel que es justo de manera perfecta, obediencia, y en el que Dios Padre se complace, Él fue hecho maldición en la cruz, cargando nuestro pecado, para que nosotros recibamos el perdón. Humildemente recibimos la Gracia, y oramos vivir a la altura de lo recibido.


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