martes, septiembre 05, 2023

Dios entre nosotros

 Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.

2 Corintios 6:17‭-‬18 RVR1960


DIOS ENTRE NOSOTROS


Lo excepcional del pueblo de Dios es que Dios está en ese pueblo. Muchas naciones pueden decir que sirven a Dios, pero sólo un pueblo puede decir que Dios habita entre ellos (y en ellos), y ese es el Pueblo de Dios. Un privilegio así tiene altas demandas. En la casa del rey la exigencia es alta, porque el rey se merece lo mejor, mucho más el Rey del universo. 

2. El evangelio es la promesa de Emanuel, Dios con nosotros, es el pacto de Dios con los hombres trayendo justicia y perdón en el nombre de Jesús. La venida del Hijo de Dios ha sido para reunir en Él a los hijos de Dios dispersos. Del costado de Jesús y de sus manos perforadas nació un pueblo santo, limpio de sus pecados por la justicia del Hijo de Dios.

3. Aquellos que hemos sido limpiados de nuestro pecado somos llamados a vivir como Aquel que nos llamó. La santidad adorna la casa de Dios, por lo que la marca del hijo de Dios es Dios en el hijo. Hemos sido sellados por Dios como Su propiedad, pero esa marca va más allá de la propiedad de Dios, tiene que ver con la dignidad de Dios y su carácter en nosotros. El sello de Dios es reconocible porque Dios se refleja en sus hijos. Si hemos sido rescatados del pecado es porque hemos sido llamados a vivir una vida limpia, de lo contrario, ¿qué evidencia hay de que somos propiedad real?

4. El llamado de Dios es a huir del pecado y a “no tocar” lo inmundo. La ley levítica establecía principios de limpieza y pureza que nos preparan para identificar aquello que es limpio de aquello que no lo es. La limpieza que Dios pide de nosotros es interior y espiritual, tiene que ver con nuestros afectos, nuestros pensamientos y nuestra forma de vivir. Cada hijo de Dios debe amar a Dios con tal celo que se aparte de cualquier cosa que manche el nombre de Dios o las vestiduras blancas que ha recibido. Lo que vemos, lo que oímos, lo que nos divierte y lo que amamos debe ser santo, como Dios es santo. 

5. Nuestra comunión será tan fuerte como nuestra limpieza lo sea “y yo os recibiré”. El Espíritu de Dios reposa sobre aquellos en los que se agrada. Nuestro disfrute de Dios, nuestra cercanía de Dios, y el poder de Dios en nosotros deriva de nuestra actitud hacia el pecado y de nuestro celo por la santidad de Dios. Si amamos a Dios amaremos todo lo que Dios ama. Si amamos a Dios evitaremos todo aquello que a Dios le produzca rechazo. Oremos para que nuestros corazones no estén aturdidos por el pecado, que nuestra mente no esté oscurecida por otros amores que dividan nuestro corazón.


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