jueves, julio 06, 2023

El que da órdenes a la tormenta

 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?

S. Mateo 8:27 RVR1960


EL QUE DA ÓRDENES A LA TORMENTA


Jesús es un misterio, su encarnación es un misterio ¡el misterio de la piedad! que el Creador, se haga Dios con nosotros, que nos visite el Altísimo es algo que nos produce más preguntas que respuestas y que nos llena de asombro, ¿qué es el hombre para que pienses en Él? ¿qué es el ser humano para que entregues a Tu Hijo por rescate? Aquellos que vieron a Jesús en “los días de su carne” vieron a un hombre judío, normal y corriente, velado de su gloria, sometido al cansancio, la sed, o el hambre. 

2. Con todo Jesús manifestó Quien era a través de sus señales, y a través de la concesión del perdón, para desconcierto de sus discípulos y escándalo de sus enemigos. Estas señales las hacía, no en nombre de otro, sino por Su palabra, y el perdón que daba, no lo daba en nombre de otro, sino de sí mismo. De ahí la pregunta: ¿quien es este? 

3. La autoridad de Jesús es la autoridad del que creó todas las cosas de la nada, de Aquel que es dueño de todo lo creado, es suyo, y de Quien sostiene todas las cosas con su palabra, pues todo lo creado es sustentado por Él. ¿Era difícil para Jesús calmar una tormenta? tan sólo tuvo que dar la orden, porque Aquel que separó la luz de las tinieblas lo hizo con su sola palabra, y con su palabra detuvo la tormenta. Sin embargo la salvación fue carísima para el Creador, ya que no sólo tuvo que hacerse hombre, sino cargar con la Ira del Padre, siendo hecho maldición, y rompiendo la comunión en el seno de la deidad. El Padre cargó su Ira en el Hijo, y el Hijo fue hecho maldito por el Padre, al cargar nuestros pecados en Él, al identificarse con nosotros en nuestra culpa. 

4. Dice la Escritura que la humanidad que ha rechazado a Dios es como el mar embravecido, y que los impíos espuman su propia vergüenza. El Hijo de Dios ha venido para poner paz en aquellos agitados por el pecado, llevándo a esta nueva humanidad redimida al Cielo para que sera un mar de cristal en perfecta paz, paz con Dios por el Cordero inmolado. Jesús es nuestra paz, el que ha hecho la paz entre el Cielo y la tierra, el que ha reconciliado a los rebeldes con el Dios Santo y Justo. Le adoramos con el sello de nuestra redención, somos suyos para siempre, Él nos ha liberado, comprado, sanado, introducido en la cas de banquete y desposado con Él.


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