[1] Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: [2] El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; [3] y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas estos no quisieron venir. [4] Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. [5] Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; [6] y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron.
S. Mateo 22:1-6 RVR1969
El Reino de Dios es una fiesta, mejor aun ¡una gran fiesta preparada por un gran Rey! si la fiesta de un hombre rico es algo grandioso, la fiesta de un gran Rey es algo incomparable, ¿quien no querría ser invitado a la fiesta de un gran Rey? la gente haría lo que fuera por ser invitados a un evento así, y no sólo por el honor de ser invitado, sino el disfrute de los placeres y la diversión de algo así. Piénsalo, dale la espalda a una oportunidad así con una excusa tan tonta como "tengo que ir a sembrar calabacines" es una locura.
Esta es la historia que el Señor Jesús nos cuenta, una de esas historias ante las cuales nadie se queda indiferente, imagino que algunos de los oyentes se levantarían diciendo: ¡pero qué tontos son! ¿cómo se les ocurre despreciar una invitación semejante? Y ahí es donde el Señor Jesús nos pilla: tú y yo le hemos dado la espalda a Dios y a su invitación. Los tontos somos todos nosotros.
2. La naturaleza de esta fiesta. ¿Alguno ha pensado que el Cielo es un lugar aburrido? o peor aun ¿alguno ha pensado que Dios es alguien aburrido? las cosas divinas son placenteras más que cualquier cosa de este mundo, pero nuestro pecado nos impide discernir la realidad del gozo que hay en Dios. En su presencia hay plenitud de gozo. Buscamos a Dios en todos lados, ¡menos en Dios! y por eso siempre estamos insatisfechos.
3. La naturaleza de la invitación. Es sorprendente que el Dios que nos han beneficiado tanto, y al que tanto hemos ofendido, nos ofrezca, nos invite a una fiesta tan íntima. Normalmente tú invitas a tus amigos cercanos, no invitas a desconocidos, ¡y menos a tus enemigos declarados! por otra parte la gente rica invita a personas de su nivel social y riqueza, esa gente se avergüenza de tener amigos pobres (hablo en general). Pero Dios, Quien es rico más allá de todo parámetro humano, nos invita a nosotros, que somos pobres en comparación con Él (más allá de todo parámetro humano). ¿Quien es este Dios asombroso?
4. Esta historia es una invitación en sí misma. Dios nos invita a nosotros a disfrutar de todo cuanto tiene. Dios nos invita a disfrutar de Él, a comer y beber con Él. ¿Qué hay que pueda compararse a Él?
Aquellos que hemos creído cada día tenemos la oportunidad de tener banquete con Dios, de entrar en esa fiesta y disfrutar del Rey, pero en nuestra condición caída pensamos que hay asuntos que merecen más importancia. Que el Señor abra los ojos de nuestro entendimiento y nos permita discernir la realidad de su gozosa presencia, de los íntimos tratos, del pastoreo celestia, de su consuelo divino. En Betania Jesús cenaba con Marta, María y Lázaro, a ellos les unía una profunda amistad, podían sentarse a los pies de Jesús y ser enseñados por Él. Si eso te produce envidia (a mí me da mucha envidia) que sepas que cada día puedes abrir la Palabra de Dios y por medio del Espíritu Santo dado por el Salvador resucitado, tener comunión con Dios. Y también sabemos que Dios tiene un Reino eterno para los suyos, donde nos sentaremos a su mesa, tenemos una ciudad celestial en la que no hay Templo, porque el Señor es el Templo.
Oramos: Señor, abre los ojos de mi entendimiento, límpiame de todo aquello que me impide ver que Tú eres mejor que la vida misma. Que mi aprecio por las cosas divinas sea mayor, que mis gustos y anhelos espirituales crezcan, porque tu abundancia suple los anhelos más grandes. Te damos gracias por nuestro bendito Señor Jesucristo, el consumador de la fe, el vencedor de la cruz, el ganador frente al diablo y la muerte, nuestra justicia y garantía de perdón. Confiamos en Él, ¡mata en nosotros todo aquello que nos impida correr en pos de Él!
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