EL TEMOR POR LA CONSPIRACIÓN
“No llames conspiración a todo, como hacen ellos,
ni vivas aterrorizado de lo que a ellos les da miedo.
Ten por santo en tu vida al Señor de los Ejércitos Celestiales;
él es a quien debes temer.
Él es quien te debería hacer temblar.
Él te mantendrá seguro”.
Isaías 8:12-13a NTV
La mentalidad de los cristianos hoy es la fascinación por ocultas teorías de la conspiración, grupos de poder en las sombras, élites que gobiernan con malvados planes. Este es el único tema de conversación en foros y determinados círculos, analizando lo que dicen pareciera que no tienen más temor que a la conspiración, ni atribuyen más soberanía que a las élites. Nuestro temor reverente debería ser a Dios, Él es Quien tiene todo el poder, Él es quien rige el destino de las naciones y de la historia, podemos confiar en aquel que tiene el poder real, y cuya voluntad se cumple.
2. En el centro de todo está nuestro temor. Sólo temes al que tiene el poder, el control. Un cristiano puede decir que “cree” en Dios, pero teme a los enemigos del evangelio, teme a la muerte, teme al Estado represor, lo cual sólo puede significar una cosa: su idea de Dios es insignificante, es una persona ignorante del Dios de la Biblia, desconoce Su poder, el alcance de Su soberanía, en definitiva, ignora al Dios de la Biblia.
3. El temor es más que miedo. Cuando la Biblia habla del temor de Dios no lo dice en el mismo sentido del temor de los demonios a Dios. En el amor de Dios no hay terror, el temor de Dios es el conocimiento de la majestad y poder de Dios. Dios no es sólo admirable y digno de amor, también lo es de temor. Si el creyente no respeta a Dios es que su concepto de Él es de un sirviente de sus deseos, alguien al que pedirle cosas, o con quien negociar.
4. Sólo podremos tener paz cuando nuestro conocimiento de Dios esté interiorizado, cuando no haya conflicto entre nuestra cabeza y nuestro corazón, cuando nuestras ideas y nuestros sentimientos estén reconciliados. Esa plena coherencia entre lo que sabemos y lo que sentimos significará que el Dios de la Biblia reina en todo nuestro ser.
5. El problema de nuestro cristianismo es que Dios no está en el centro del mismo, preferimos las distracciones, los pasatiempos, las cuestiones secundarias nos fascinan. Es ese descuido de Dios el que llevó a la nación de Israel a la ruina moral y espiritual, y es el que nos aqueja a nosotros, si ellos escuchaban a agoreros y a los que consultaban a los muertos, nosotros estamos pendientes de cuentos y conjeturas que las películas de Hollywood nos han presentado, desde catástrofes cósmicas, plagas, desórdenes y planes de una élite. Nos distrae contemplar aquello que nos trae temor y no a Aquel que nos da paz, igual que Pedro miraba la tormenta y se hundía, en lugar de mirar a Jesús, que es Quien tiene poder sobre las tormentas sólo con Su palabra.
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