EL DIOS QUE ESTÁ PRESENTE
“Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo, porque el Señor me cuidaba”.
Salmo 3.4 NTV
No somos conscientes del cuidado de Dios en nuestras vidas. Nosotros entramos y salimos, trabajamos y comemos, viajamos y dormimos, pero la mano de Dios está sobre nosotros, sea cual sea la circunstancia. Si Dios cuida de las aves del campo, y no muere un pequeño pájaro sin que sea su voluntad, ¿no cuida de nosotros?
2. ¿Somos agradecidos? ¿reconocemos que Dios es Dios? ¿nos levantamos de mañana para invocar Su Nombre y darle gracias? la gratitud es el reconocimiento de la divinidad y de la bondad de Dios hacia nosotros. Alguien que niega a Dios no le da gracias, cree que todo viene de su fuerza y de su capacidad para lograr que sucedan las cosas. Es triste ver a quienes afirman ser creyentes vivir en la práctica como los que niegan a Dios, sin reconocerle ni darle gracias.
3. ¿Estamos confiados? el Dios invisible siempre está presente y sus intenciones son buenas. El vela por nosotros como los pastores velan sobre su ganado por la noche. Dios lo ve todo, lo ve de antemano, Dios no sólo tiene buenas intenciones, tiene el poder para cumplir su voluntad sin que tenga ningún obstáculo. Sea cual sea la circunstancia, sean buenas o no tan buenas, podemos reconocer que Dios está al control, y que el fin de todo honra a Dios y obra para nuestro mayor bien.
4. ¿Adoramos a Dios? podemos admirar la grandeza, el poder, la gloria, la soberanía, la belleza, la sabiduría de Dios. Él es misterioso y admirable, no encaja con nuestras expectativas porque nuestras expectativas son ridículamente pobres. Adorar a Dios es asombrarnos de Dios. Es considerar que Dios es tan grande que supera cualquier medida humana. Y este Dios trascendente se ha hecho cercano en Jesús, Él está por nosotros, nos ama, se ha dado a sí mismo en la persona admirable de Cristo Jesús, dado para nuestra salvación.
5. ¿Buscamos a Dios? Mientras escribo esto el año ha comenzado. Pensamos en los propósitos para este nuevo año. Anhelemos buscar a Dios en silencio, en soledad, en oración y en meditación de la Palabra que se ha revelado y en la que Él se muestra a sí mismo. El privilegio del hijo de Dios es conocer a su Padre celestial, ser pastoreado por Él, ser sostenido y alimentado, experimentar y disfrutar de Su cuidado. Nuestro buen Pastor es cercano y tierno, está lleno de misericordia y gentileza con nosotros. Busquémosle.
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