“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén”.
Judas 1:24-25 RVR1960
Existen dos perspectivas, una perspectiva terrenal y otra celestial. Apocalipsis es una perspectiva celestial de la historia de la Iglesia y del plan de Dios, y la salvación admite dos explicaciones y por lo tanto dos perspectivas, desde la perspectiva humana se nos ordena que velemos y oremos, que pongamos “toda diligencia”, y en nuestro texto se nos muestra la perspectiva divina y es que Dios guarda, guía y cuida nuestra salvación, asegurándose de llevarnos al fin protegidos. Damos gloria al Dios que salva por Su Gracia, y que sustenta esta salvación ¡también por Su Gracia!
2. La salvación ¿es algo frágil o algo inmutable? sospecho que a la luz de las Escrituras puede ser ambos. Si Hebreos nos dice que nos cuidemos y que no nos deslicemos, otros textos nos dicen que irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Esto es difícil de comprender para seres humanos tan simples como nosotros, es por eso que la conclusión nos debe llevar a confiar en Dios y a desconfiar de nuestra condición caída.
3. Dios es el sustentador de nuestra salvación, ¡qué verdad tan gloriosa! estamos en su manos. El cuida a los suyos y se asegura de conducirlos a través de dificultades e inmensas pruebas para que no sean consumidos, de la misma manera que salvó a Daniel del león, nos salva a nosotros del devorador de nuestra alma. Podemos levantar la vista y mirar al que envió a Su Hijo para librarnos de nuestros pecados e invocar su protección, sabiendo que le respuesta siempre será afirmativa: Dios usará todas las cosas para el bien de nuestra alma.
4. Dios es glorificado en nuestra salvación. El hecho de que Dios tome a un pecador y lo salve es un asombroso logro de la Gracia de Dios, y Dios es muy glorificado en esto. Cuando al fin estemos ante su presencia, podremos rendirnos y tributarle el honor que se merece porque SUYA ES LA SALVACIÓN. El mérito es suyo, Él hizo provisión de un perfecto Salvador, Él envió su Espíritu, Su Palabra, dio dones a Su Iglesia, y de manera providencial ordenó todas las cosas para nuestro mayor bien. A Él sea la Gloria, el Imperio y todo el poder. En verdad, Señor, sólo Tú eres digno de toda adoración.
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