miércoles, diciembre 13, 2023

La oración y el fin de todo




“El fin del mundo se acerca. Por consiguiente, sean serios y disciplinados en sus oraciones”.

1 Pedro 4:7 NTV


El concepto cristiano del fin del mundo no es el mismo que el del cine. Para la cosmovisión cristiana los últimos tiempos son un periodo indeterminado de tiempo que comienza con la primera venida de Cristo, y que se extiende a través de la historia de la iglesia, culminando en la segunda venida en poder y gloria del Señor Jesús. Estamos en ese periodo. Es un tiempo de apostasía (alejamiento de la fe), de perturbación a varios niveles, inestabilidad, guerras y todo tipo de cambios. Junto con la iglesia crece una falsa iglesia, así como persecución contra la verdadera iglesia.

2. El mandamiento claro a orar se basa en una razón: estamos en el fin, y todo este sistema está a punto de terminar. Lo cual para el creyente es esperanzador. No tenemos muchas esperanzas en este mundo, al contrario, muchos hermanos están sufriendo aterradoras persecuciones, nuestra esperanza es Jesús, nuestra reunión con Él. 

3. El mandamiento es orar, pero no de cualquier manera: orar de manera seria y disciplinada. ¿Cómo se ora así? Se refiere a orar metódicamente, con disciplina. La persona que es eficiente en su trabajo no sólo es puntual, cumple con sus obligaciones más allá de su voluntad, y cuando pasan los años sigue fiel, no necesita que lo supervisen. Nosotros debemos orar con la misma seriedad. Conscientes de los tiempos que estamos viviendo, conscientes de la amenaza que hay para nuestras almas por la seducción de este mundo. 

4. La oración que se plantea aquí no es la oración espontánea del que ora conforme se acuerda y luego vuelve a su tarea. La oración de la que se habla es del que aparta un tiempo para orar y se mantiene fiel a él. Es decir, una persona que en su agenda sabe que a tal hora es tiempo de orar y se dedica a ello, sin distracción, y sin ligereza, porque sabe que orar es LO MÁS IMPORTANTE QUE PUEDE HACER.

5. Orar es manifestar la realidad de nuestra fe. Oramos porque sabemos que la realidad invisible no es una imaginación, sino el sustento de la realidad visible. Un hombre de fe ora porque vive en la realidad de las cosas invisibles, porque cree la Palabra de Dios, y porque obedece la voluntad de Dios, y esa voluntad le ordena orar. Preservemos nuestra fe y nuestras vidas a través de estos tiempos de seducción y persecución orando y edificándonos en nuestra santísima fe.

 

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