lunes, noviembre 27, 2023

El pueblo de Dios es Dios en su pueblo




“Él dio su vida para liberarnos de toda clase de pecado, para limpiarnos y para hacernos su pueblo, totalmente comprometidos a hacer buenas acciones”.

Tito 2:14 NTV


¿Con qué propósito hemos sido perdonados y adoptados en la familia de Dios? ¿Cómo debería ser la vida de aquellos que hemos creído en el nombre de Jesucristo? 

2. Dios es un Dios santo, Quien nos ha regenerado a través del Espíritu Santo con un llamamiento santo, para que vivamos vidas santas. El propósito de Dios al adoptar hijos es que sus redimidos sean semejantes a Él, nos recata del pecado para que dejemos de vivir vidas centradas en el pecado y vivamos vidas centradas en Dios. 

3. La limpieza del hijo de Dios no ocurre en un instante, sino que es progresiva, existe un crecimiento tanto en el abandono del pecado, como en reflejar el carácter de Dios. Ese crecimiento puede ser muy lento o estar detenido en el caso de un cristiano inmaduro, o puede ser constante en el caso de un creyente que se apoya en Dios. Crecemos al desarrollar un apetito por Dios y un rechazo por el pecado, ya que el crecimiento tiene que ver con nuestro deleite por las cosas santas, y nuestro disfrute de las mismas. Y esto nos puede servir de señal para estar alerta, ¿estoy sintiendo aburrimiento o hastío por Dios y mi comunión con Él? ¿mi deseo por las cosas triviales está aumentando? Estas son dos señales de nuestro crecimiento o de nuestro enfriamiento en la fe. 

4. A nivel colectivo nuestro texto nos llama “pueblo de Dios” y hay un rasgo común del pueblo de Dios, y es su afán por las buenas obras, es decir, cuidar de los que más lo necesitan, proveer de los que menos tienen, y consolar a los que todos han abandonado. El pueblo de Dios es santo, y es misericordioso, así como el Dios que lo llamó lo es. Nuestro énfasis principal debe ser replicar el carácter de Dios en el carácter de la iglesia local, ¿se nos conoce así? a menudo preferimos otros énfasis, y todos esos énfasis desvirtúan el llamado que como pueblo de Dios hemos recibido. Recordemos que seremos juzgados con más severidad los que hemos recibido mucho. 


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