lunes, octubre 16, 2023

Morir en tu pecado


“Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis”.

Juan 8:24 RVR60


Cada ser humano lleva en sí una bomba de relojería, que es el pecado. Es una bomba que lleva por deseo personal, y que hará daño a su tiempo. El rechazo de Dios, y el rechazo del testimonio de Dios son nuestra condena de muerte, con todo, amamos más nuestro criterio autónomo que a Dios, deseamos sus bendiciones.

2. El capítulo 8 de Juan recoge una larga discusión de Jesús con los fariseos, Jesús argumenta con claridad su procedencia, su orígen, y la naturaleza de su misión, si ellos creen en Dios, tienen que creer en Él. Jesús, una vez más está igualándose a Dios, no es un profeta más llamando a volvernos a Dios, ya que ningún profeta afirmó que merecía ser objeto de la fe de nadie, por eso la pregunta es ¿quién es este hombre?

3. Nuestro pecado es el gran drama, y la única constante en nuestras vidas. Amamos nuestro pecado porque pensamos que nos libera de Dios, cuando en realidad nos esclaviza, nos aleja de Dios, y nos encadena a la condenación. La única forma de librarnos de esa cadena de condenación es confiando en el Salvador, Jesús. Es por eso que el anuncio del evangelio de Jesús es urgente, prioritario y esencial, es cuestión de vida o muerte, Jesús no viene a mejorar tu vida, o a darte buenos sentimientos, Jesús es el Salvador, no un coach.

4. La Biblia nos habla de un rico y Lázaro, y nos dice que uno fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, y otro fue sepultado. No dice más. El pecado mata la trascendencia en nosotros. Nos lleva a la tumba y nos deja allí, pero nuestra alma queda huérfana de Dios para siempre. El destino del ser humano es un horror si carece del amparo de Jesús, es por eso que la cruz supuso tal tormento para Jesús, ya que un problema tan enorme requirió una solución increíblemente costosa: la ruptura de Dios Padre y Su Hijo, la maldición sobre el Hijo para traer sobre nosotros la bendición. Si nuestra condenación es dura, mayor fue el precio que Jesús pagó para que podamos ser libres. ¿No abrazaremos al Hijo de Dios para ser salvos? ¿no amaremos al que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre?

5. Como creyentes debemos reflexionar seriamente sobre el solemne anuncio del evangelio. Este es un mensaje que puede ser tu liberación en vida, o tu sentencia leída tras la muerte: que Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y que en Él hay perdón. Dejemos que nuestra mente sea presidida por esta verdad, y que nuestras prioridades queden sometidas a este hecho.


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