Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.
Jeremías 1:7-8 RVR1960
LLAMAMIENTO
Si Dios te pide algo, también te da los recursos para llevar a cabo tu misión. Esto es lo que el profeta Jeremías experimentó cuando fue llamado por Dios para ser su profeta, un trabajo enormemente arriesgado ya que implicaba enfrentarse con los más poderosos de Israel y encarnar el rechazo de otros a Dios en su persona.
2. Incapacidad. ¿Quien se siente capacitado para servir a Dios? ¿quien no se siente abrumado por la tarea a la que Dios le llama? cuando uno se ve a sí mismo se ve desprovisto de las capacidades necesarias, y es lo que ve Jeremías: se siente demasiado joven, no se ve con la madurez o experiencia necesarias. Y tiene razón, humanamente hablando pero es Dios Quien lo llama, por eso le reprende diciendo: “No digas, soy un niño”, ¿por qué? ¡porque es Dios Quien lo está llamando! Aquel que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son como si fueran es Quien llama, si Él lo ha dicho ¿acaso no se cumplirá Su voluntad? si Él se ha propuesto alguna cosa ¿no sucederá? ¿hay alguna fuerza en este universo que pueda impedir los planes de Dios?
3. Temor. Un profeta es un hombre contra una nación, como decía Ravenhill: el predicador va con el pueblo, pero el profeta va contra el pueblo. Temor es lo mínimo que podía sentir Jeremías, ¡al menos no salió corriendo en dirección contraria! Dios le da otra orden: no temas. Si la primera orden era: Ve, la segunda es: no temas. Él promete estar con el profeta y librarlo, ¿librarlo de qué? de todas las amenazas, condenas, violencia, tramas, y calumnias. Toda una nación no es nada contra el Dios soberano. Conocer a Dios anula el temor en el ser humano, porque en el temor de Dios está “la fuerte confianza” (Proverbios 14:26). ¿Conoces tú al Dios revelado en la Biblia? ¿temes tú al Dios que te creó y te salvó? sólo podemos confiar en Dios y temerle si sabemos de Su Soberanía y poder, de su capacidad para llevar a cabo Sus planes con su insondable sabiduría. Ante ese conocimiento sólo nos queda humillarnos y adorar, agradecer y descansar en Él.
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