miércoles, julio 12, 2023

El final de una carrera

 En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús, y dijo a sus criados: Este es Juan el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.

S. Mateo 14:1‭-‬4 RVR1960


EL FINAL DE UNA CARRERA


Pocas personas han recibido alabanzas como las que el Señor Jesús dio a Juan el bautista: 

“Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él” (Lucas 7:28). El profeta fue fiel a Dios hasta el último día de su vida, vivió con fidelidad la misión que Dios le dio, y su vida fue un éxito a los ojos de Dios.

2. Una vida en soledad es mejor que una vida desobediente en compañía. La vida de Juan fue una vida solitaria, vagó por desiertos, hizo discípulos, predicó a poderosos y gente sencilla del pueblo, y vivió una vida sin tacha, sus enemigos nada podían decir de él sino calumnias: decían que estaba endemoniado porque vivía en una rectitud y sobriedad que les parecía poco común (Mt 11:18). No fue una vida fácil, ni cómoda, Juan renunció a todo lo que sus amigos y vecinos de la infancia tuvieron, una casa, un hogar, un trabajo, él no tuvo nada de eso, pero a Dios le agradó su vida.

3. La misión de Juan fue preparar el camino al Ungido de Dios, a Jesús. Lo primero que hizo fue encarnar el mensaje de arrepentimiento y fe en Dios, viviendo en arrepentimiento, vagando por el desierto, comiendo pobremente, y vistiendo de forma sencilla. Cuando Israel veía a Juan veía a un profeta de Dios que representaba el mensaje de Dios para aquella generación: arrepentíos, porque el Reino de Dios viene. No podemos separar nuestro mensaje de nuestra persona, si existe la más mínima fisura entre ambos estamos traicionando el mensaje de Dios. ¿Somos dignos representantes de Él?

4. El valor es conocer al Dios eterno y no temer a ningún hombre. ¿Qué clase de valor hacía falta para hablar con déspota Herodes y señalarle sus crímenes? ¿quien hubiera ido a un Stalin y le hubiera echado en cara sus crímenes? ¿cuánto tiempo habría durado vivo? Juan reprendió a Herodes, y aunque Herodes lo respetaba, aquel enfrentamiento le costó la cárcel y la vida, ¡estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos! (Salmo 116:15). ¿Conoces tú a Dios?

5. El éxito a los ojos de Dios es vivir fiel, aunque eso nos cueste todo. Un muerte en una solitaria celda, lejos de amigos y familia es una muerte miserable, pero a los ojos de Dios es una muerte gloriosa. La amplia y generosa entrada en el Reino (2 Pedro 1:10) es para los que han vivido vidas de fe y obediencia. Aquella celda fue la puerta de entrada al Palacio celestial, a la bienvenida real, al premio eterno. Vivamos para ese momento, luchemos y esforcémonos con la mirada en el premio de Dios. Que nuestras vidas giren en torno al precioso anuncio del Salvador que viene.


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