viernes, abril 07, 2023

Señor de todo

 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Filipenses 2:5‭-‬11 RVR1960



La competencia es el sentir de este mundo. Nos educan para competir, competimos en el deporte, en el trabajo, y a la hora de encontrar pareja competimos con otros para llamar la atención. Una señal de éxito es ser un ganador, nadie quiere ser perdedor. Y en este mundo de competencia, de vencedores y vencidos, el Hijo de Dios ha vencido, perdiendo.

2. Dios no necesita nada de nadie, Él es completo en sí mismo, es único en su género, no tiene igual, no hay nadie ni nada semejante a Él, todo es suyo, no necesita pedir permiso, todo le pertenece, y aún así ha escogido perderlo todo, perder lo más valioso: a Su Hijo, escogiéndo separarse de Él, hacerlo maldición para poder reconciliarnos con Él. ¿Por qué?

3. Para nosotros es y será imposible comprender lo que el Hijo de Dios experimentó, el sufrimiento que padeció y el abandonó que le aisló. Él, siendo Dios y ocupando la mayor posición que existe, se humilló. El camino que Jesús emprendió fue un camino muy solitario, Él fue abandonado por el Padre, y más aún, el Padre lo hizo pecado, lo miró con la misma Ira con la que mira el pecado, porque Jesús se hizo pecado por nosotros. Para nosotros esto es un misterio, nunca podremos saber qué implica el precio que pagó, Él bebió la copa de la Ira, nosotro la copa de salvación, Él recibió el castigo por nuestros pecados, nosotros la Gracia y el perdón.

4. La obediencia del Hijo de Dios, y su victoria son reconocidas por el Padre. Jesús, rechazado por los suyos, ahora es exaltado por el Padre. Ahora es Salvador, pero también es Señor de todo, es YOSOY. 

5. Para nosotros, aquellos que hemos sido comprados y librados del juicio justo de Dios, no hay noticia más satisfactoria que reconocer que Él es Señor y que Él será reconocido como Señor al final de todo. 

6. En el momento de la historia en el que nos encontramos, sólo los redimidos reconocemos que Jesús es Señor. Pero eso no siempre será así, en el día final Jesús recibirá la adoración de aquellos que le ignoran, le niegan y le rechazan. Él será glorificado en la salvación de sus redimidos, y en el juicio de los condenados. El señorío de Cristo alcanzará a toda la humanidad, si en Adán lo perdimos todo, en Cristo recuperaremos mucho más. Además, el Señorío de Cristo será global, todo quedará sometido a Él, disfrutando de la bendición abundante de Dios. El Cordero de Dios será el centro de la ciudad y del trono saldrá un manantial de vida abundante que regará a la humanidad. Anhelamos ese día, vivamos para ese día.

7. ¿Cómo podemos vivir para ese día? ¿es Jesús el centro de tu vida? ¿es Jesús Señor en tu vida? piensa en qué áreas de tu vida hay rebeldía y desobediencia y pide en oración que Jesús reina en ellas. Vive para ese día, poniendo muy pocas esperanzas en este mundo, y esperando todo de este Reino que ha de venir. Como creyente, tu posición y disfrute del Reino de Dios dependen de tu lealtad y servicio al Rey, procura ser el más leal de sus servidores, evita tener un corazón dividido y que tu lealtad sea única.


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