lunes, agosto 15, 2011

Una conversación pastoral.

David Burt siempre me ha gustado como predicador. Definitivamente no es, lo que se dice, un showman, pero sabe comunicar, conoce y ama la Palabra de Dios, así como a la gente. Es en la distancia corta en la que me ha demostrado ser un hombre entrañable y humilde, quien enseña tanto con el ejemplo como con las palabras.

En una ocasión preguntó: ¿cuanto tiempo hace que no tienes una conversación pastoral con tu anciano/pastor?.

Con los años esa pregunta sigue haciéndose eco en mí. Ahora soy pastor (con grandes limitaciones y con una colección de errores importante en mi haber) y me doy cuenta de la importancia de dedicar tiempo de manera individual a las personas. Procuro llevarlo a cabo dentro de las limitaciones de un pastoreado bi vocacional, con una esposa que es un tesoro, y con dos trabajos seculares que me exígen mucho. No puedo centrarme en muchas personas, pero sí en unas pocas e intentar cuidar de ellas.

Me doy cuenta que algunas personas que han acudido a mí no lo han hecho buscando consejo, sino consuelo. A veces vienen con una pregunta, pero detrás de la pregunta quizás se esconde una pena enorme que necesita ser compartida.

Un amigo fué a predicar a un retiro de jóvenes. Una persona muy jóven le vino con una duda aparentemente teórica: "¿cómo se puede perdonar a alguien que te ha hecho mucho daño?". Mi amigo tardó un poco en darse cuenta de que aquella pregunta escondía una necesidad. Tras indagar un poco la persona le abrió el corazón y le contó una desgarradora historia. Aún hoy cuando me lo comenta se le saltan las lágrimas y la voz se le ahoga. ¿Qué decirle a alguien que ha sufrido y sufre así?. Apenas unas pocas palabras dirigiéndole a Aquel que puede consolar más allá de todo consuelo. Y tras eso mi amigo, conmovido por la historia, lloró con aquella persona demasiado jóven para sufrir tanto.

Días después esa persona le escribió a mi amigo dándole las gracias por el bien tan grande que le había hecho. ¡Si no hice nada!, me dice mi amigo, sólo llorar y abrazar, aunque ahora que lo pienso hay muchas personas que necesitan a alguien que llore con ellos y que comparta su carga.

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