Mi llegada al evangelio fué una de las más vergonzosas de la historia del cristianismo. Si C.S. Lewis cuenta en su auto biografía que quizás fué el converso más remiso de toda Inglaterra, lo mío supera a los del genial escritor.
Cuando me preguntan cuando "me" convertí no sé dar una fecha, cuanto menos un día. Ni siquiera el año. Sólo sé que puedo decir que aborrezco mis pecados, que sin Cristo Jesús como mi justicia estoy perdido y condenado.
El año en que hice profesión de fe planeé bautizarme. En la iglesia hicieron los arreglos pero.... no me presenté a mi propio bautismo. Por aquella época los Testigos de Jehová estaban en mi vida y aunque había comprendido el evangelio, aún luchaba con dudas en los laberintos doctrinales de Brooklyn. Como un año después, en otra ciudad diferente hice planes de bautismo y finalmente di testimonio público de mi titubeante fe en el Salvador.
Uno de los ancianos de mi iglesia jugó un papel importante, aunque por aquella época en mi inmadurez no lo valorara lo suficiente. Un hombre de cierta edad, fiel hasta la raíz del cabello. Aunque pertenecía a otra generación y vivíamos en mundos diferentes, no me quitó ojo de encima. En las clases de preparación al bautismo me salté una, pero él no lo olvidó, me citó y aunque estaba yo solo me dió la clase.
Una de mis extrañas costumbres es que como era tan tímido siempre llegaba un poco tarde al culto, y salía antes que terminara para no tener que saludar a nadie (hay gente que me conoce ahora y que le cuesta creer esto). Un día él estuvo atento y salió corriendo detrás mía:
-Muchacho, ¡muchacho!.
Me volví hacia este hermano sin saber qué ocurría.
-Dime ¿es que tienes mucho que estudiar?.
No entendí la pregunta, y él me explicó lo que había observado, animándome a tener más contacto con los hermanos.
La tercera cosa que recuerdo fué un consejo que me dió: "Todos los hermanos son amados, pero tú, pégate a los mejores. Y otra cosa, en el asunto de novia haz como Isaac, ¡que el Señor te busque novia!".
Este hermano sigue activo, y a pesar de su edad mantiene íntegro el depósito de la fe, como testimonio de la fidelidad de Dios. Es una de las muchas personas que ha impactado mi vida y cuyas enseñanzas permanecerán vivas en mi memoria.
Diario personal de Julio Martínez, autor de la página estudios-biblicos.org, así como del podcast Jesús en internet.
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