Aunque no estoy por razones turísticas, estoy disfrutando muchísimo al conocer estas ciudades (y su gastronomía), sus calles, sus habitantes... espero volver pronto, pero esta vez con mi esposa, y sin más trabajo que hacer que disfrutar de Asturias, de la que me he quedado prendado.
Mientras corría por el paseo marítimo de Gijón me encontré con una escultura que me emocionó, se trata de un monumento a la madre del emigrante, un figura delgada hasta cruzar el umbral del hambre, descalza, triste, desolada, con la mano extendida hacia el mar, desde donde parece ver partir al hijo que marcha en busca de trabajo.
Puede que a algunos les parezca una escultura poco agraciada, a mí me ha emocionado.
A la vuelta de mi carrera bajé a la arena de la playa, el espectáculo era magnífico, nubes negras sobre el mar.
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