lunes, septiembre 04, 2006

Mi nuevo amigo, el latin king.

Ayer Domingo fué un día especial. Cuando llegué al local encontré un buen número de viejos amigos con los que he tenido el honor de servir juntos y disfrutar de tiempo inolvidables. Apenas tuve tiempo de saludarles y charlar un poco porque empezaba la reunión, pero ya empezaba bien contento de verles.
Presidía yo, así que subí al púlpito y comenzamos con una oración y rápidamente nos metimos en la reunión, disfrutando de la adoración con una asistencia numerosa, gracias a las visitas y a los hermanos que ya habían vuelto de vacaciones.
Cuando faltaban diez minutos para que terminara la reunión una pareja de jóvenes de 23 años entró en la sala y se quedaron parados de pie. La chica vestía de negro, era ecuatoriana y con el pelo largo y negro. El chico vestía como un rapero, vaqueros anchos, gorra, camiseta de baloncesto y barba.
Terminó la reunión y los niños se acercaron corriendo a coger el pan de la santa cena (no sé si os escandalizará, pero es bastante común en muchas iglesias españolas, incluso una vez un niño estuvo a punto de beberse una de las copitas de la santa cena, menos mal que lo detuvimos a tiempo). Estuve saludando a hermanos y hermanas en el pasillo central mientras algunos estaban preparando el aperitivo y los refrescos que solemos tomar después de la reunión. Noté que el chico vestido de rapero se me acercaba mientras charlaba con una hermana que me estaba contando lo bien que lo había pasado estas vacaciones en Salamanca.

-Hola pastor- me dijo el chico rapero.
-Hola, ¿cómo estás?- le saludé.
E inmediatamente me dí cuenta de que algo andaba mal. No soy la persona más perspicaz, pero lo percibí. Algo estaba mal en ese chico, una clase de sufrimiento y pena que salía por encima de sus ropas deportivas y sus colores de banda.
-Ven, vamos a charlar a un sitio más tranquilo.

Me lo llevé a una habitación a parte que llamamos medio en broma "la sacristía", es una especie de despacho que nos sirve para las tareas de oficina y como cuarto de fotocopias. Coloqué dos sillas y el jóven no tardó en contarme su historia.
Vivía en la calle desde que tenía once años, no soportaba las palizas de sus padres así que salió. Desde entonces andó por reformatorios, y luego en la calle, robando, atracando, visitando cárceles y uniéndose a los latin kings. Pero las cosas se siguieron complicando para él, consumía todo tipo de drogas, alcohol, pastillas y se estaba descontrolando. En Vallecas lo buscan para matarlo, las mismas personas a las que atracaba, algunas muy poco recomendables. Una vez en una tienda de frutos secos los ñetas lo acorralaron y le dieron una paliza, con una navaja le escribieron una Ñ que aún se puede ver en su cara. La vida de la calle.
Todo eso era duro, pero había algo más que lo tenía muy apenado. Hacía tiempo había dado con un grupo de chicos en el barrio, estos lo había acogido como amigo y le acompañaban, se quedaban en el coche donde él vivía, bebiendo cerveza y pasando las frías noches. Pero la noche del sábado se descontroló, tomó "de todo" y cuando amaneció tenía varios DVD y un móvil que no era suyo. En plena locura de las drogas había atracado a esos amigos que tanto habían hecho por él, a uno le había puesto un cuchillo en el cuello, y a otro le había cortado en el costado. Ahora estos mismos le estaban buscando y había perdido su amistad.
Estaba destrozado.
-¿Qué puedo hacer?.
Le expliqué el evangelio, aún más ofendido que sus amigos estaba Dios mismo, pero Él había enviado a su Hijo Jesucristo, Quien recibió en su cuerpo el castigo por nuestros pecados.
-Tienes que decirle a Dios que lo sientes, eso es arrepentimiento, y tienes que creer que Jesús es tu única salida, el Salvador que necesitas.
-Pero pastor, ¿cómo puedo hacerlo?, yo no sé.....
-Déjame orar por tí- le dije- luego te puedo ayudar a orar pidiéndole a Dios perdón.
Oré por mi nuevo amigo, él lloró, yo lloré. Sentí el abismo de su pena y su vida de decisiones equivocadas. Luego él oró, no fué propiamente dicha una oración de salvación, pero fué un principio. Le pidió perdón a Dios, pidió por su hermano pequeño, que también se escapó de casa y que ahora estaba en un reformatorio, oró por su madre, a quien apenas reconocía desde hacía más de diez años, y por su padre, que tenía SIDA y vivía como un mendigo.
No voy a deciros el nombre de mi amigo, todavía hay muchos que lo buscan para matarlo. Además, tiene causas pendientes con la justicia y le recomendé que pagara sus deudas para empezar una nueva vida.
Salimos fuera, quería presentarme a su novia, hablamos, le dí un abrazo y le dije que volviera a verme. Espero que volvamos a hablar.

Satanás no quiere asustarnos, como dice HollyWood, no quiere mover los muebles de tu casa y dar un espectáculo: quiere hundirte. Quiere arruinar tu vida. Quiere que tus decisiones te aboquen a la destrucción, que tu mente enloquezca por las drogas, que tu cuerpo se consuma por el enfermedad, y que tu alma quede sujeta a él.
Siento una pena terrible por estos jóvenes que están en los parques, que se sienten aceptados por sus "hermanos" de la nación, de su pandilla o tribu urbana. Están desorientados, no piensan en el futuro, sólo en el hoy. Necesitan una guía, Alguien más fuerte que ellos que los ayude a tomar las decisiones correctas, y ese es el único que es Todopoderoso, Jesucristo.
Si quieres hablar más del tema, o preguntarme, escríbeme, estaré encantado de charlar contigo.

2 comentarios:

Jaaziel dijo...

Gracias por compartirlo
Vamos a tener muchos casos asi...
El Señor te bendiga

Converso dijo...

Gracias a tí Jazziel, por tu visión y compartir esta carga. Es cierto, una vez más, aquello de que los campos están listos para la siega.

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