lunes, diciembre 18, 2023

El trono interior




Queridos hijos, aléjense de todo lo que pueda ocupar el lugar de Dios en el corazón”.

1 Juan 5:21 NTV


En el original la palabra que se usa es “ídolos”, y en esencia un ídolo es un reemplazo de Dios, un sustituto maligno, una creación humana para manipular a Dios y escapar de Su voluntad. Los seres humanos fabricamos ídolos desde el principio, para poder usarlos negociando con Dios. Es una tendencia natural en nosotros fabricarlos, imaginarlos, y alejarnos de Dios.

2. De la misma manera que Jonás huyó de Dios, nosotros huimos de Dios persiguiendo nuestra voluntad en lugar de Su voluntad. El problema es que el pecado es un tirano que esclaviza la mente, los sentimientos y domina la voluntad. Una vez que damos lugar al pecado estamos cediendo el control de una parte de nosotros. Dar lugar a la desobediencia es cerrar las puertas de una cárcel de la que cada vez será más difícil salir.

3. Todo ser humano es un adorador y su corazón es el trono donde debería estar sentado Dios. Entronizamos aquello a lo que servimos, sea nuestra voluntad, nuestro deseo, etc. Pero si en ese trono interior no está sentado Dios mismo estamos convirtiéndonos en idólatras. Porque ese trono está hecho para Dios y Él es el único que merece ocupar ese lugar principal. Honremos a Dios dándole el lugar que se merece en nuestras vidas, en el hogar, en nuestras conversaciones, en nuestras relaciones, en nuestra economía, en nuestro tiempo y en nuestros pensamientos, que Él presida nuestro mundo para que este pueda ser el Cielo en la tierra. 

4. Cuida tu vida interior con diligencia. Nuestro corazón fácilmente se distrae de Dios, y por consiguiente se enfría. Sólo en Dios tenemos satisfacción, ¿buscaremos en otros lugares lo que sólo Dios puede darnos? Cuidamos nuestra vida interior de varias formas, pero sobre todo por medio ejercitando nuestro espíritu por medio del silencio, la lectura y la oración. Si dedicamos a Dios grandes espacios de nuestro día dándole culto y meditando en Él estaremos dando a nuestra alma el mantenimiento adecuado. Pero también cuidamos nuestra vida interior obedeciendo sus mandamientos, porque aquellos que le aman procuran obedecerle. Seamos diligentes en cuidar nuestro Templo interior en el cual rendimos culto al Dios que nos creó y nos salvó.


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