sábado, diciembre 02, 2023

El ancla de la vida



“Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina del santuario interior de Dios. Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec”

Hebreos 6:19-20


El santuario de Dios estaba muy compartimentado, la zona más interior, y la más sagrada estaba separada por un pesado cortinaje, en él estaban bordados los ángeles que Dios puso para impedir la entrada en el paraíso que Adán perdió. Este es un recordatorio de nuestro pecado, que nos separa de Dios, y de Dios, que se aparta de nuestro pecado.

2. Pero hay una esperanza mejor para nosotros. Jesús atravesó el juicio de Dios, recibiendo el castigo de nuestro pecado, para convertirse en la puerta de acceso a Dios mismo. En Él el paraíso ha sido restaurado, y podemos volver a nuestra familia perdida: Dios.

3. Jesús es un ancla de fe. El sacerdote que entraba en el lugar santísimo estaba unido por una cuerda atada a un tobillo, de modo que si moría al entrar, podían recogerlo sólo tirando de la cuerda. Él es nuestro acceso, nuestra conexión con Dios, y fuera de Él no hay enlace con Dios. Frente a todas las religiones, Jesús es único, sólo Él puede garantizarnos el perdón y el favor permanente de Dios. 

4. Jesús es nuestro Sumo Sacerdote. No necesitamos una religión, necesitamos un Salvador, alguien que pueda hacer por nosotros lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos. Este Salvador es la garantía de nuestra salvación perfecta, del perdón recibido, de la Gracia dada,  y de la filiación eterna. El creyente está unido a Jesús por la fe, y esta conexión le lleva a Dios.

5. Jesús es la esperanza firme y confiable. Nadie que haya puesto su confianza en Él quedará decepcionado. En Él no solo hay perdón, Él es la guía en esta vida que nos introduce en la otra vida. La clave de la vida cristiana es saber que somos profundamente dependientes, y que Cristo es totalmente suficiente. En Él lo tenemos todo.


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