lunes, octubre 23, 2023

Inocente

 



INOCENTE


“Pilato les dijo: Tomadle vosotros y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hijo a sí mismo Hijo de Dios”

Juan 19:6b-7 RVR60


La muerte de Jesús es un enigma sin explicación para el cristianismo liberal, ¿por qué murió Jesús? sin duda no fue un agitador, ya que los mismos romanos no veían en Él ningún delito. Para los judíos Jesús era alguien que transgredía las tradiciones anti bíblicas y que señalaba los pecados de los religiosos avaros, pero lo que le llevó a la cruz fue lo que ellos llamaban blasfemia: Jesús afirmó que era Hijo de Dios, Señor del día de reposo, el YOSOY. Y eso, no lo podían tolerar.

2. “No hallo delito en él” dijo Pilato. Para los romanos, además del orden civil, le preocupaba el riesgo de sedición de las provincias. Jesús no era ni un infractor de las leyes romanas, ni un sedicioso. Para los poderosos romanos las discusiones sobre cuestiones religiosas eran irrelevantes, los judíos podían discutir eternamente sobre cuestiones de su Ley sin que ellos se inmiscuyeran. Y es cierto que Jesús es sin delito, el perfecto Hijo de Dios no cometió pecado alguno, para que nosotros fuéramos libres del pecado, el inocente cargó con nuestras culpas, para que podamos acercarnos a Dios.

3. Los líderes judíos podían haber encontrado causas menores relacionadas con las tradiciones, pero los romanos eran los únicos que podían administrar la “poena capitis” o pena de muerte, así que la blasfemia, castigada en la Ley, era la justificación judía para entregar a Jesús a la muerte. Ahora pensemos en estos dos argumentos: Pilato dice que no haya delito en Él, y los judíos le acusan a Jesús de hacerse Dios, ¿y si Jesús tuviera razón? el mismo Pilato se espantó cuando oyó a Jesús afirmar su procedencia divina, e incluso la esposa de Pilato le advirtió que no tuviera nada que ver “con la muerte de este justo” porque había sufrido mucho en sueños por causa de Jesús. Esta posibilidad nos abre un peligroso abismo de juicio personal: si Jesús es el Hijo de Dios y nosotros le condenamos, nos estamos condenando a nosotros mismos, ¡nuestro puño se está levantando contra el mismo Dios! y el juicio de Dios nos terminará aplastando.

4. El ser humano no comprende que no puede erigirse en Juez de Dios, pero lo hacemos. Sentamos a Dios en el banquillo, le acosamos con preguntas, lo condenamos por cosas que no entendemos, pero su respuesta es una entrega a la cruz por nuestros pecados. Nosotros lo juzgamos y Él abre la puerta de nuestra salvación. ¿Cómo no amarle? ¿cómo no honrarle como Dios en nuestras vidas?

5. En el último episodio de la historia humana Jesús se sentará en el estrado de juez y nosotros en el banquillo de los acusados, se leerán las acusaciones contra nosotros, pero a diferencia de Jesús, nosotros sí tenemos una larga lista de delitos. En aquel día sólo habrá una forma de librarnos del juicio y es si pusimos nuestra confianza en el Hijo de Dios en nuestra vida, si doblamos nuestras rodillas y adoramos al eterno Hijo de Dios, hecho hombre por nuestra salvación, o vivimos de manera indiferente. Ahora que es tiempo: ¡busquemos a Jesús! Él no rechaza a los que acuden a Él, en Él hay un perdón inmenso, abundante, asombroso, ¡abrazadle!


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