miércoles, abril 26, 2023

¿Y si Jesús fuera la clave de todo?

 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: —Gobernantes y ancianos de nuestro pueblo, ¿nos interrogan hoy por haber hecho una buena obra a un lisiado? ¿Quieren saber cómo fue sanado? Déjenme decirles claramente tanto a ustedes como a todo el pueblo de Israel que fue sanado por el poderoso nombre de Jesucristo de Nazaret, el hombre a quien ustedes crucificaron pero a quien Dios levantó de los muertos. Pues es Jesús a quien se refieren las Escrituras cuando dicen: “La piedra que ustedes, los constructores, rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal”.

Hechos de los Apóstoles 4:8‭-‬11 NTV


Todos los creyentes estaban unidos de corazón y en espíritu. Consideraban que sus posesiones no eran propias, así que compartían todo lo que tenían. Los apóstoles daban testimonio con poder de la resurrección del Señor Jesús y la gran bendición de Dios estaba sobre todos ellos.

Hechos de los Apóstoles 4:32‭-‬33 NTV


¿Y SI JESÚS FUERA LA CLAVE DE TODO?


Los gobernantes de los judíos tenían una idea clara (pero equivocada) de cual era el problema: la soberanía política era la clave para solucionar sus problemas. A esto se les unía su corrupción, sus juegos de poder familiares, y la gran confianza en su astucia. Para ellos Jesús era un estorbo, una amenaza a ellos, y ahora los discípulos de Jesús eran otra molestia. Lo único que no consideraban era ¿y si Jesús fuera la solución a nuestros problemas a nuestra necesidad?

Ellos habían rechazado a Jesús y seguían buscando soluciones, mientras que una nueva sociedad de hombres y mujeres libres se estaba formando, en los versículos posteriores vemos cómo Dios estaba formando un pueblo que vivía en amor, y Jesús era el centro, la clave, el eje sobre el que se estaba construyendo. Desechar a Jesús es desperdiciar la única solución a nuestros más graves problemas. El primero es nuestro propio pecado, el elefante en la sala, presente en todo lo que hacemos, en cada decisión, pero ignorado por nosotros. Jesús puso fin al pecado haciéndose Él pecado por nosotros. El evangelio nos muestra que nuestra satisfacción está en el Hijo de Dios, sólo así podremos amarnos y vencer las cadenas de esclavitud del pecado egoísta. Dicho de otra manera, Jesús es el efecto dominó que comienza en el corazón del ser humano y se va extendiendo a cada área de su ser, de su familia y de su sociedad. 

No obstante reconocer a Jesús como el mayor rango de autoridad del universo, y como el único Salvador implica el reconocimiento humillante de tu derrota. Hemos sido vencidos por nuestro pecado, hemos sido sometidos por nuestras miserias, somos avergonzados por nuestras contradicciones. Es lo que la Biblia llama arrepentimiento, el reconocimiento del fraude que somos, y el reconocimiento de nuestra completa necesidad en la piedra que todos rechazaron y que es el eje sobre el que Dios quiere construir una nueva humanidad. 

El reto para hoy es el siguiente: si Jesús es la clave para entender la vida y mi realidad, ¿cómo voy a vivir este día a la luz del evangelio?


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