viernes, abril 27, 2012

Violencia en el cine, violencia en la vida

En un breve lapsus entre la finalización del último libro que he leído "El hombre en busca de sentido" y el próximo (hay unos cuantos en la lista), he aprovechado mis frecuentes viajes en Metro para verme un par de películas y el comienzo de la serie BroadWalk Empire (os recomiendo el certero análisis de José de Segovia).

Cuando dejas un tiempo de ver cine y vuelves a zamparte un par de películas vuelves en cierto sentido un poco más sensibilizado contra la violencia. Y no hablo de violencia en plan mítico (mañana espero ver la peli de Los Vengadores) sino en su versión más cruda, al más puro estilo del siglo XX y XXI, con peleas salvajes, mutilaciones, mujeres que son golpeadas mientras los niños son testigos de la escena, gente que suplica clemencia y son inplacablemente abatidos.

Antes el cine tenía la delicadeza de omitir ciertas escenas. Por ejemplo, alguien de rodillas diciendo algo así como: "¡Por favor Johny... no me mates.... no... no lo hagas!". La cámara capta el cañón, se apagan las luces y luego suena el disparo. El espectador se quita el sombrero con cara de funeral porque imagina qué ha ocurrido.

Ahora no. Ahora te dan el fuego del arma, el chorro de sangre y el cadáver con el agujero de la bala, y cuidado, que todos hemos visto CSI y Dexter, y ya sabemos qué es un orificio de entrada y otro de salida, así como el calibre de la pistola. Y eso que muchos españoles no hemos visto más pistolas que las que cuelgan de los cinturones de la policía.

Ahora bien, no estoy en contra de la violencia. De hecho creo que la mayoría de cuentos infantiles rebosan violencia, no hablo de Winnie y sus amiguitos, sino de los cuentos de Grimm. Tenía un libro de recopilación con los mejores cuentos (que lo perdí al prestárselo a mi profesor de Lengua en quinto de EGB) y algunos de esos cuentos eran como para seguir orinándote en la cama más alla de los cuarenta años.

Hay violencia por todos lados en nuestra literatura, pero esta, es muy diferente de la maldad.

Conforme me hago viejo me van gustando más y más los viejos héroes. Esos que son decentes, que aman sólo a una mujer y que harán lo correcto sí o sí. No los héroes de ahora que no son más que tipos duros, con un divorcio en camino, medio alcohólicos y que no se hablan con su hija adolescente (La jungla de cristal, qué gran saga, pero qué héroe más patético). ¿Y qué me decís de los héroes de antes?, los seductores y mujeriegos James Bond, planos como un estanque de agua helada y con su cigarrito en la boca y pose chuleta.

Por cierto, mi tributo especial a Máximo (Gladiator), un hombre de familia. Violento, sí, pero cuando era necesario filetear a los adversarios. Algo vengativo, pero... siempre noble.

No soy un pacifista. De hecho no creo que el cristianismo sea esencialmente pacifista, sino que el pacifismo es una opción muy respetable. Os lo dice un Objetor de conciencia que sea pasó su PSS recogiendo muestras orina y estupefacientes en un centro de desintoxicación de Cáritas y la Comunidad de Madrid.

Creo que las enseñanzas de Jesús nos muestran el camino para detener la cadena de violencia y de venganza. En un mundo en el que se devolvía bofetón por puñetazo, puñetazo por estacazo, y estacazo por cuchillada, el Señor nos llama a frenar la escalada de violencia renunciando a la venganza. De eso trata. De no devolver mal por mal.

Pero ¿y qué en cuanto a la defensa de la propia vida, la vida de otros, o la propiedad privada?. Algunos grupos cristianos, con mi máximo respeto porque lo que hacen , lo hacen para el Señor, y yo no soy nadie para juzgar al criado ajeno, enseñan que no hay que usar la violencia NUNCA, bajo ninguna situación. Incluso recuerdo a una amiga que en un campamento de jóvenes el predicar les dijo que si veías que violaban a tu hermana, no podías hacer nada. Ok, este es un extremo al que no todos los pacifistas cristianos llegan, pero esa es la idea.

En el mundo de hoy necesitamos personas que lleven armas y que estén al servicio de los más débiles. Necesitamos ejércitos que defiendan la democracia, la libertad y la justicia (en lugar de a las Transnacionales) y necesitamos jueces, cárceles y multas de tráfico. Es muy bonito llamar a los ejércitos: "fuerzas de paz" y que los policías den flores, pero seamos realistas, la naturaleza del ser humano es como es, la Biblia no dice nada acerca de "la bondad inherente en cada uno de nosotros", dos guerras mundiales y la carnicería en África nos han curado de sueños infantiles.

Creo en la violencia del héroe. Una violencia que no es un instrumento de poder, sino de paz. La violencia tiene un efecto cautivador y esclavizante como el de los anillos de Tolkien, ese poder que corrompe aún más el alma humana, pero que usado con legitimidad es justo, necesario y disuasorio.

El héroe máximo es Jesús, el Hijo de Dios. En su primera venida puso fin al pecado, a la muerte y cumplió la perfecta Ley de Dios. En su segunda Venida irrumpirá con violencia en este mundo, para poner fin a los Reinos de este mundo y tomar el poder. Viene a juzgar la tierra, a sus moradores y a poner fin a las guerras, y para ello usará su fuerza. Y esto no sólo es legítimo, sino que es el único que es digno de usar la violencia.

Ya se acerca el final de esta triste película que la humanidad protagoniza, mujeres, niños y ancianos, pobres y enfermos han sido los más castigados. Nos impaciente ver que esta cinta toca a su fin y veremos al héroe abrir paso a su Reino de Paz, aplastando bajo sus pies la maldad.

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