Igual que existen familias disfuncionales también hay iglesias disfuncionales. Tanto unas como otras dejan a su paso una serie de secuelas en forma de personas con profundas heridas, y que de no ser por la Gracia de Dios y la ayuda de personas espirituales arrastrarán dolorosas consecuencias espirituales.
He aquí algunos síntomas de disfuncionalidad:
Personalismo y autoritarismo. Cuando los líderes desean tener el control y se sienten atemorizados de ser puestos en entredicho. Para ellos lo más importante es hacer valer su autoridad sin ser cuestionados, de modo que reaccionan con malestar ante cualquier sugerencia o voz discordante.
Estos líderes confunden autoridad espiritual con enseñoreamiento. 2 Cor 2.24 dice: "No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes." La autoridad espiritual es dada por el ejemplo, el servicio de amor y la fidelidad a Dios. Este es el estilo del apóstol Pablo y el supremo ejemplo de Cristo Jesús.
En una ocasión estaba enseñando en una iglesia acerca del Gálatas 6.1: "Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado". Uno de los líderes de la iglesia me preguntó que no entendía el versículo, "si voy a corregir a un hermano, ¿cómo puedo hacerlo con mansedumbre?, si lo estoy corrigiendo lo tendré que hacer con autoridad como anciano que soy".
Esto es un error, y es confundir autoridad espiritual con autoritarismo. Creo que la clave está en implicarnos de tal modo con el hermano corregido que seamos conscientes que nosotros, de no ser por la Gracia de Dios, podríamos estar cometiendo el mismo error, eso es lo que quiere decir el mismo texto cuando dice "considerándote a tí mismo". No corregir en un plano de superioridad espiritual, sino de sujeción a la autoridad de la Palabra de Dios.
La autoridad del pastor viene de Dios mismo, y depende de su sujeción personal al Señor, así como de su actitud de siervo. Sin amor y deseos de restauración el pastor no califica para pastorear a otros. Por supuesto, esto implica un importante grado de sufrimiento personal así como de entrega en oración y en tiempo gastado en el pastoreo personal.
Entendimiento incorrecto de la disciplina eclesial. 2 Cor 13.9-11 "Por lo cual nos gozamos de que seamos nosotros débiles, y que vosotros estéis fuertes; y aun oramos por vuestra perfección. Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción".
El propósito de la disciplina no es tanto "apartar a la manzana podrida de las manzanas sanas", sino restaurar al que ha caído. Por supuesto en casos extremos en los que la persona está dando un mal testimonio público y ha rechazado la admonestación personal y pública se le podrá apartar de la comunión de la iglesia, pero con el propósito de que el Señor le haga recapacitar de su actitud, y sin perder el contacto con esa persona.
La restauración fué lo que hizo el Señor Jesús con el apóstol Pedro, al recuperar a alguien que había cometido el grave pecado de negarle. Lo hermoso de la escena en la que Cristo resucitado no le hecha un rapapolvo a Pedro, sino que con amor y firmeza va al meollo del asunto preguntándole si realmente le ama.
En las iglesias disfuncionales lo importante es guardar las apariencias. Conozco casos espantosos en los que los líderes consienten el adulterio y el maltrato a la esposa, pero lo que bajo ningún concepto toleran es la separación de los cónyuges (aún cuando la esposa estaba siendo gravemente maltratada y le había dado numerosas nuevas oportunidades al marido). Para la iglesia disfuncional la apariencia de orden es más importante que la vida espiritual de sus miembros. ¡Qué error!.
Os voy a contar otra experiencia ocurrida en nuestra propia iglesia local. Una hermana jóven y soltera como consecuencia de una relación quedó embarazada. Los pastores fuimos a visitarla. En este caso la hermana estaba tan arrepentida que nos dijo que no era digna de volver a la iglesia, reconocía su pecado y estaba profundamente dolida. Le dijimos que precisamente lo que más necesitaba era el amor de si iglesia local.
El Domingo antes de terminar la reunión pasó adelante, confesando el asunto. Cuando terminó los hermanos de la iglesia (en especial las hermanas) la rodearon, llorando, y dándoles abrazos y besos, muestras de cariño que la dejaron muy sorprendida, más tarde me dijo: "la verdad, esperaba que la gente de la iglesia me diera la espalda, no me esperaba que me mostraran tanto amor". Eso es restauración.
Curiosamente, ese Domingo teníamos visita de unos hermanos de otra iglesia a quienes no les pareció demasiado bien lo ocurrido...
Las iglesias locales de Jesucristo deberían ser una familia espiritual, un lugar donde sobrellevar las cargas unos de otros (Gal 6.2), recibir tanto el amor como la corrección amorosa de hermanos y líderes, así como sentirnos aceptados y fortalecidos. No está reñida la corrección con el amor y la restauración, sino que precisamente están íntimamente relacionadas.
Diario personal de Julio Martínez, autor de la página estudios-biblicos.org, así como del podcast Jesús en internet.
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