Esto de cumplir años no está nada mal, sobre todo si lo haces rodeado de aquellos a los que amas. Aunque fué ayer mi cumpleaños, hoy lo hemos celebrado por segunda vez.
Como soy un despistado nato no me dí cuenta de lo que me habían preparado. Esta noche, cuando mi esposa y yo subíamos las escaleras rumbo al piso de una familia que son los anfitriones de la célula nos salió a recibir Liz, una niña de unos dos años, el piso estaba en penumbra. Así que le dije:
-¿Qué pasó Liz, se ha ido la luz?.
Liz, muy diplomática ella, sonrió sin decirme nada, y mi esposa que se había dado cuenta desde el primer momento me miró con cara de "¿de verdad no sabes lo que está ocurriendo?", cuando entré en el salón ya me esperaban para cantar el "Cumple años feliz".
Ha sido, como cada año, un detalle, un gesto, pero para mí tiene un valor inmenso, muy especial, los que veis aquí son parte de mi célula, algunos, por temas de trabajo no han podido estar. Juntos hemos pasado todo tipo de situaciones, algunas de ellas bastante difíciles, pero día a día hemos visto la mano de nuestro precioso Señor y Salvador y hemos disfrutado de su amor y de la realidad de sus promesas.
Es un placer cumplir años, pero aún más con la familia de la fe. Una familia real.
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