viernes, mayo 03, 2013

Un Papa humilde

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Los muros de Facebook y otras redes sociales se llenan con esta foto, siendo encabezada por el título: "Busca las siete diferencias".

No hay duda que el nuevo obispo de Roma está siendo valiente y haciendo gestos que están siendo muy bien recibidos por fieles cátolicos y no católicos. Renunciar al "trono dorado", a los atuendos propios de la dignidad papal, y otros pequeños y grandes gestos que se han dado a conocer, como pedirle a un jóven de la guardia suiza que se sentara en lugar de pasar de pie toda la noche, y llevarlo un plato con algo de comida.

Gestos que sin duda muestran la grandeza moral y humana de este hombre. La dilatada historia romana ha tenido papas abominables y hombres renovadores, cercanos a su pueblo. Todo indica que estamos ante un hombre renovador, cercano, y humilde.

Con todo, necesitamos una reflexión serena. Hay algo aún más grande que el obispo de Roma, y es el poder del estado Vaticano, la curia romana, la tradición centenaria, y el sencillo hecho de que Roma es Roma. La silla del Pontífice la puede ocupar un hombre con buen corazón, pero sigue siendo el Papa, con toda la carga que ello conlleva, todo el poder que ostenta, y todo el significado que tiene.

Francisco ha tenido nobles y elogiables gestos, pero el papado sigue siendo el papado. Los nombres blasfemos que ostenta sigue llevándolos. "Santo Padre", "Cabeza visible de la Iglesia", "Obispo de obispos" son títulos que los creyentes en las enseñanzas de la Palabra de Dios no podemos aceptar. Da igual la grandeza del hombre, su cargo sigue siendo el mismo.

Para los cristianismo bíblicos no hay mayor autoridad que la de la Palabra de Dios, precisamente porque esta viene de Dios, y no podemos pretender aceptar la autoridad de Dios, y hacer oídos sordos a su voluntad expresa y escrita a lo largo de siglos. ¿Será capaz Francisco de hacer una renovación tal que afecte a los cimientos de Roma?. No. El hombre es un ferviente católico romano, son sus ideales, es su fe. Y eso lo hace humanamente cercano, pero posicionalmente distante de la ortodoxia bíblica, y de la fe una vez dada a los santos.

No quiero con esto ofender a mis amigos católico-romanos, que yo no lo sea no es una ofensa, es una discrepancia desde el respeto. Respetamos la persona, y admiramos su valor, pero discrepamos de las doctrinas que ensalzan al hombre dándole una dignidad que sólo Dios tiene, y que ensalzan la Tradición poniéndola al nivel de la Biblia.

No soy un ecumenista, pero no estoy en contra del diálogo. No creo en la uniformidad que falsamente afirma que para poder entendernos y respetarnos debemos renunciar a nuestra fe y relativizarla. Espero que el diálogo siga adelante, pero como he dicho. Roma es Roma, y Francisco anhela, como buen Papa, a una cristiandad unida bajo la autoridad de "Pedro" (entendido como el obispo de Roma) y bajo el manto de María (no la María bíblica, sino la María de los templos, el incienso y los rezos dirigidos a ella).

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