Ser cristiano es ir contra corriente, es una nueva naturaleza, es renovar el entendimiento, ser trasladado de las tinieblas al Reino. Y cada vez más.
Los valores de nuestra cultura actual no pueden ser más anticristianos, y no hablo sólo del consumismo, la sensualidad, etc... sino de otros como el individualismo. La cultura actual es individual, exige lo mejor, está centrada en la satisfacción, pero no en el sacrificio, busca a ese alguien especial, pero no está dispuesto a convertirse en ese alguien especial.
En algunos países del norte de Europa el porcentaje de edad avanzada supera el 40%. No estamos dispuestos a tolerar a los demás, pero exigimos que los demás nos toleren. El conocido síndrome de Peter Pan está formado por adultos que se niegan a crecer, sólo quieren diversión, sexo sin compromiso, y padres que cuiden de ellos. El otro lado de la cara es novias que ven cómo el tiempo no pasa en vano y que están con una persona que no toma en serio su relación.
El modelo de vida cristiana está basado en la familia como unidad básica, y en la iglesia local como familia de la fe. Es imposible ser cristiano sin pertenecer a una iglesia, es absurdo e irreal. El cristiano que renuncia a la vida en comunidad ha dado la espalda a los valores de la Biblia y ha abrazado las ideas del mundo.
La vida familiar es el modelo de la vida de iglesia, 1 Timoteo 5.1-2 nos muestra que el trato que debemos dar a los hermanos es el mismo que damos a las personas de nuestra familia. La vida de iglesia debe ser intensa, sincera, y debe haber tiempo para estar juntos.
En nuestra iglesia local en Madrid vemos con preocupación que tenemos poco tiempo para estar juntos, además de las reuniones de los Domingos y las células entre semana, tenemos una reunión de oración los Martes, Ágapes (comidas) cada dos meses, y desayunos de oración. Con todo, no es tiempo suficiente, recientemente nos hemos "inventado" los "Viernes de comunión", que consiste en que el primer Viernes de cada mes media iglesia esté cenando en la casa de la otra media iglesia. La experiencia nos dice que: 1) debemos tener tiempo para estar juntos, sin necesidad de que haya un estudio bíblico o una "reunión formal", sólo para tener tiempo de comunión, aunque espontáneamente terminamos orando o hablando de asuntos espirituales. 2) no siempre la comunión se produce de manera espontánea, es por eso que el liderazgo de la iglesia tiene que provocarlo. El resultado ha sido excelente, los hermanos disfrutamos de estos tiempo para concernos mejor.
Hay un nivel más profundo de comunión que es el que tenemos que buscar, que es cuando los vínculos de amor se hacen más fuertes y reales. Y esto es el crecimiento del que Pablo habla en las oraciones que hace en los primeros capítulos de Efesios. Ahí es cuando las personas mayores en la iglesia se vuelven padres para los más jóvenes, los más jóvenes son hijos para los mayores, y todos hermanos en un sentido real.
Recuerdo con mucho cariño mis primeras experiencias como cristiano en las que ví que el amor de mis hermanos por mí era real, tanto como lo es el de mi familia. De jovencito un amigo y yo teníamos la idea de irnos a Ibiza a trabajar de camareros, alguien nos había dicho que podíamos ganar dinero, y la perspectiva de vivir en una isla durante el verano nos llamaba mucho la atención. Pero a una hermana de la iglesia no le gustaba la idea, éramos demasiado jóvenes y desconocíamos los peligros al que ese ambiente nos expondría, oró por nosotros y cuando decidimos que no iríamos nos comentó que la idea nunca le había parecido bien y que había estado orando.
Años más tarde conocí a una chica, nos hicimos amigos, y.... novios. Cuando comentamos a nuestra iglesia que estábamos comprometidos fué motivo de mucha alegría. En el caso de mi novia (quien es mi esposa) se trataba de su iglesia de toda la vida. Un hermano de cierta edad que había conocido a mi esposa desde niña, y quien me tiene mucho cariño me tomó a parte para decirme lo contento que estaba de nuestro compromiso: "Ella es para mí una hija, es por eso que me alegro que esté contigo". Y así una experiencia sobre otra.
Esa es la vida de iglesia. Curiosamente el mundo anhela ese tipo de pertenencia, de vida en comunidad, y es la Iglesia de Jesucristo, quien es Su Cuerpo (Ef 1.23) y canal de Su amor la que mejor lo expresa.
Diario personal de Julio Martínez, autor de la página estudios-biblicos.org, así como del podcast Jesús en internet.
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1 comentario:
Muy bueno!la koinonia q se produce en el cuerpo de Cristo.
Es hermoso disfutar del pastoreo divino de Dios por medio de todos los hermanos.
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