lunes, marzo 27, 2006

¡Me concedieron la hipoteca!

No lo he contado en el blog, pero estoy en trámites de comprar un piso y dejar la vida de alquiler. Esto quiere decir que estamos pasando unos días de cierta tensión, y en medio de los nervios, papeles, entrevistas con el vendedor, conversaciones con el banco, haciendo cuentas y poniéndoseme los pelos de punto, hemos vista la mano del Señor obrar en multitud de detalles, que hasta la gente torpe y dura de mollera como yo somos capaces de ver.

El comienzo. Estábamos desalentados, habíamos visto un piso por 38 millones de las antiguas pesetas (que ya es dinero) pero nos dió una pésima impresión. Pensábamos, ¿cuanto tenemos que gastarnos, 50 millones?. No, no buscamos pisos nuevos, ni con piscina, sino un piso de 60 o 70 metros, con tres habitaciones, más de 30 años de antiguedad y sin ascensor (los que tienen ascensor son muy caros).

Al día siguiente encontramos un piso a buen precio, no íbamos a ir a verlo porque la dueña nos dijo que necesitaba ser reformado... así que pensamos: "Seguro que está hecho trizas", pero no, lo dueños resultaron ser de esas pocas personas que siempre dicen la verdad, aunque sean en perjuicio de ellos. A los 20 minutos los llamé para comprarlo. Aunque el mercado está insultantemente caro, el piso resultó ser una verdadera ganga, un regalo del Señor. Ahora uno piensa: "qué cerca estuvimos de no hacer la visita para verlo, ¿qué hubiera pasado si no lo hubiéramos ido a ver?".

Lo siguiente ha sido solicitar la hipoteca, presentar toda la documentación para el banco, etc... no os aburro con los detalles, sólo os cuento algo... sorprendente. El banco me pedía la declaración de la renta que se pagó el año pasado, aunque tengo todos mis papeles bien ordenados, resulta que esa es la única declaración de la renta ¡que no encontraba!, el Viernes fue un día de mucha tensión, busqué en casa, en la oficina.... pero nada. Mandé el certificado de retenciones del año pasado, pero esta mañana el banco me dijo que no valía: querían las declaraciones de Hacienda. Ya desesperado oré "Señor, ¿dónde está?, por favor Padre, ayúdame". Instantáneamente abrí el cajón a la izquierda de mi escritorio, miré bajo unos papeles ¡y allí estaba!.

Alguien dirá: eso fué psicológico, hablaste con tu Dios, te relajaste y vino la solución. Sin duda que orar me ayudó a estar tranquilo y dejar de preocuparme, nadie puede negar que la oración tiene efectos psicológicos ¡saludables!, pero ¿y por qué fué tan fácil encontrarlo?. Ya había orado el viernes.... pero afanándome.

Doy gracias a Dios por todo. Hoy me dijeron que me aceptaban la hipoteca, y esta misma tarde me llamó la tasadora para quedar mañana (otro regalo, el banco me dijo que tardaban una semana al menos). A ver si aprendo la lección y busco primero al Señor... antes de empezar a preocuparme.

Una iglesia organizó una reunión de oración para pedir al Señor que mandara lluvia sobre los campos que estos campesinos creyentes trabajaban. El día de la reunión una niña se presentó con un paragüas.
-¿Qué haces con un paragüas?- le dijeron los adultos- ¿no ves que no hay lluvia?.
-Es para después de la reunión de oración.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Consuela pensar que los creyentes tenemos las mismas sensaciones y ansiedades ante situaciones tan "cotidianas", en el sentido de que siempre nos estamos culpando porque nos afanamos, aunque Cristo nos dice que No nos afanemos pero, entiendo, que son muchos años de comunión y oración en el Espíritu los que se necesitan para llegar a ese estado de confianza que el Señor pide de nosotros...
El ejemplo de la niña que llevó el paraguas nos recuerda que el Señor desea que nuestra confianza en Él sea como la de un niño en el mejor Padre.
¡Enhorabuena Julio y bienvenido al Club de la Hipoteca_forever!

Converso dijo...

Muchas gracias, espero que la semana que viene "firmemos". Como siempre, en todo vemos la mano del Señor y le damos muchas gracias.

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