martes, agosto 16, 2011

Europa, en bancarrota espiritual

Los disturbios en Reino Unido han mostrado al mundo lo dañada que puede estar una sociedad cuyos jóvenes roban, no para comer, sino para obtener zapatillas de marca, televisores planos y botellas de alcohol. "Esto no es una revolución, se trata de robar el Footlocker (tienda deportiva) más próximo".

Mi buen amigo David Duró, escritor de Nación red y otros medios me está mandando interesantes artículos y a la vez se pregunta por las causas de esta crisis y las medidas que habría que tomar.

Creo que como cristianos la perspectiva se nos hace más clara. También creo que cristianos y no cristianos podríamos llegar a conclusiones parecidas: es una crisis de valores, la pregunta es ¿qué valores?. Cameron ha acertado al hablar de una sociedad que recibe premios sin esfuerzo, en la que el crímen no es castigado, y en las escuelas no hay disciplina.

El progresismo calla ante los disturbios de una sociedad que es el paraíso del bienestar social. En España nos resulta difícil creer la cantidad de ayudas que existen en Reino Unido (yo las conozco porque media familia vive allí) pienso que en América les resultaría impensable el gasto social.

Tenemos una izquierda que es generosa... con el dinero de los demás, como dijo Margaret Tatcher: "el socialismo se acaba cuando se termina el dinero de los demás". Por supuesto no critico que la izquierda desee proteger a las clases más desprotegidas, el problema es que su motivación es puramente electoral. No es realista, ni global. Es electoralista. En España el presidente D. José L. Rodríguez Zapatero prometió bajar los impuestos y subir el gasto público, lo cual es una necedad colosal, imaginaos que un marido le dice a su esposa: "cariño, a partir de mañana vamos a trabajar menos e ingresar menor dinero y gastar más". El presidente nos lo dijo y la gente le votó. Esto es una crisis de la verdad, no queremos políticos que nos digan la verdad, queremos profetas de la mentira, que nos endulcen los oídos.

El problema es que unas generosas políticas sociales hechas como hasta ahora pueden producir el efecto contrario. Por ejemplo, en Reino Unido una cantidad enorme de chicas solteras de dieciséis años quedan embarazadas, el Gobierno les provee de vivienda y un cheque mensual. Esto ha producido que en determinadas localidades una cantidad enorme de chicas busquen el embarazo a esa edad, buscando una vida, si bien no del todo acomodada, al menos fácil.

Políticas sociales debieran tener otro tipo de políticas que corrijan los errores que el abuso de las mismas podrían producir. En términos de deducciones fiscales en España sale más rentable no casarse. Imagino cómo se sienten las parejas casadas con hijos que luchan por salir adelante en desigualdad de condiciones.

Dejando a un lado las situaciones de verdadera necesidad, el cristianismo bíblico valora el esfuerzo personal, el trabajo digno, la educación en valores, el castigo de los malhechores (en lugar de que estos sean considerados víctimas), la disciplina de los hijos, el ahorro y una vida modesta (frente al consumismo), la solidaridad y generosidad personal (que seamos generosos con nuestro dinero, en lugar de ser generosos con el dinero de las arcas públicas).

La clase política ha olvidado a la clase trabajadora, a las familias y a los empresarios. Precisamente los sectores que más luchan por trabajar, ser productivos y que son los que crean riqueza. Un autónomo decía que España ya no es un buen lugar donde hacer negocios. Ojo, no estamos hablando de la banca, sino de un humilde autónomo, un profesional asfixiado a impuestos. Los profesionales de la política se han envuelto en una orgía de gasto público, prebendas de altos cargos y empresas públicas infladas (y así un largo etcétera) con cargo a los trabajadores, profesionales y pequeños empresarios.

Si algo debiera quedar del 15M es su propuesta de una separación de poderes real, un poder judicial autónomo, y una clase política con vocación de servicio, austera y honesta. Esta crisis no se arregla subiendo los impuestos a la banca. La solución debiera ser global, una renovación del sistema, un esfuerzo conjunto por ser responsable (no sólo de ciertos sectores), un cambio de pensamiento y valores, y un cambio, no de la clase política, sino de los votantes.

Julio Martinez

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