martes, mayo 19, 2009

La supremacía de Dios en la predicación, de John Piper, comentarios

Ya he terminado los dos libros que compré la semana pasada, la nueva biografía de Spurgeon, y el de John Piper. Y ahora quisiera hablaros del libro de John Piper.

El primer libro que cayó en mis manos de J. Piper fué "Sed de Dios". Sé que es de los libros de más éxito de Piper, pero no es de los que más me guste. Pero en ese libro ví cosas que me encantaron, su conocimiento, amor y respeto por las viejas confesiones de fe.

Tiempo después me hice con uno de mis libros favoritos (al margen de los 66 libros de la Biblia, claro). "Comentario de La confesión de fe de Westminster", un libro que comenta la conocida confesión (léela completa en este enlace). He leído varias veces ese comentario, y creo que lo seguiré leyendo unas cuantas veces más. No sana doctrina, poderosa doctrina, vigorizante y renovadora.

Y hace una semana cayó en mis manos "La supremacía de Dios en la predicación". El libro es oro puro, entero, no tiene desperdicio. Voy por la segunda lectura.

Una de las cosas que me encantan de Piper es su admiración de la obra de Jonathan Edwards. Admiración que comparto enfáticamente, en sermonaudio encontraréis un mensaje de Piper sobre la obra de J. Edwards (está en inglés), y es una delicia. Cuando Piper era estudiante, uno de sus maestros le recomendó que además de aplicarse a la Biblia, profundizara en la obra de algún gran teólogo, y tomó a J. Edwards.

El énfasis en la soberanía de Dios, Su Gloria, deleitarse en Él, la excelencia de Su persona, la perfección de Sus atributos, Su Gracia, la cruz, etc.... y una vida dedicada al estudio y la comunión con Dios hicieron de Jonathan Edwards no sólo uno de los más grandes teólogos, sino de los más grandes predicadores.

VISITO la página web de una conocida y exitosa iglesia. Sé que debe ser una iglesia excelente porque conozco a miembros de tal iglesia y son excelentes cristianos. Miro los mensajes del pastor.... hablan de desarollar tu potencial, del éxito, del liderazgo, de cuestiones de la vida. Estoy seguro que son buenos mensajes, sanos.... pero ¿y el énfasis?, ¿dónde está el énfasis?.

Creo que muchos de nosotros nos hemos dejado arrastrar por la corriente de este mundo, por las técnicas de crecimiento de iglesia, por los seminarios de liderazgo, y por esa mentira silenciosa que acaricia los oídos de muchos pastores y que dice: "la doctrina el letra muerta, la doctrina mata, la doctrina aburre, la doctrina no es práctica, es por eso que hay que alegrar y entretener al pueblo, hay que hablarles de cómo ser fructíferos en su trabajo, en su matrimonio, en sus relaciones, de cómo organizar su tiempo, cómo perdonar, cómo, cómo y cómo". Como dice Paul Washer, dejaron la Palabra y se volvieron a la psicología.

El apóstol Pablo fué un hombre de estudio, pide sus libros para estudiar. Y todo hombre de Dios, incluso el sencillo Bunyan se volcaba en su Biblia desde su apestosa y oscura celda. No estudiaban bricolage emocional, ni sanación interior, estudiaban a Dios, Su magnífica Persona y la Gloria de Su obra. Y al estudiar a Dios no podían menos que alabarle con todo su corazón, servirle, buscar el bien de las almas, edificar a los santos. La doctrina es el estudio de Dios, y eso metió en ellos el fuego santo del celo por Dios.

Quiera Dios enviarnos predicadores llenos de Dios, y cuyo mensaje exalte a Dios por encima de todo principado, conocimiento, teoría de moda, y trono.

1 comentario:

alex dijo...

De igual manera tengo varios amigos como estos, que no estan ni de un lado ni del otro y eso me enoja muchas veses. pero al recordar la pasiencia que Dios tiene para con nosotros, los soporto y oro por ellos.

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