viernes, julio 21, 2006

Después de un tiempo

Como os conté (creo que ya os lo conté), la semana pasada me mudé de casa, y desde entonces hemos estado muy ocupados, gracias a Dios la cosa se va terminando, y ya podemos decir (más o menos) que vivimos en un lugar habitable, aunque aún quedan cajas sin abrir y estanterías sin colgar, pero estamos muy contentos y damos gracias a Dios por el pisito en el que estamos viviendo, es silencioso, cómodo y bonito.
Por cierto, ayer me pusieron el Adsl, por lo que un aficionado a la tecnología como yo, me puse muy contento, ya no tengo que hacer piruetas para conectarme a la red, leer mi correo ni nada parecido.
Estos días estoy meditando en Apocalipsis y en el Salmo 119, y estoy disfrutando una barbaridad de la Palabra de Dios (recuerdo que recién llegado a Madrid me atreví a escribir un comentario versículo a versículo del Salmo 119, el problema es que lo hice a papel, y ¡era demasiado largo como para transcribirlo!, algún día escribiré nuevas meditaciones.
Siempre he sostenido el papel fundamental de la Palabra de Dios para el creyente, nuestra firmeza y devoción piadosa dependen de nuestra atención a la Palabra, y todo el Sal 119 viene a confirmar esa idea, no sólo nos trae luz, sino que consuelo, como dice el vers. 76. En la aflicción (de eso es lo que trata el texto) Dios nos puede traer entemiento a través de su Palabra, y consuelo por sus dichos (vs. 76b). Dediquemos más tiempo a meditar en la Palabra, verdadero alimento y fortaleza para nuestros corazones cargados con preocupaciones del mundo.

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